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Sobre el spot del gobierno de Estados Unidos

Parece que el nuevo spot de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interna de Donald Trump, aún más ofensivo que el primero, no será transmitido en México. El primero, insultante también, pero sobre todo agresivo, hostil y de muy pocos amigos, ya no aparece en las pantallas. Aunque habrá que ver si en las transmisiones de los funerales del Papa y de la elección del nuevo Obispo de Roma no vuelve a ser difundido. El reclamo ha sido suficiente no sólo para que Televisa lo baje, sino incluso para que Morena busque volver al proteccionismo de telecomunicaciones previo a la apertura de 2014. Mejor prohibir que depender del buen juicio de las televisoras.

Pero al reclamo de muchos le ha faltado un par de preguntas. La primera: Noem vino a México el 28 de marzo, hace menos de un mes, y menos de un mes antes de que se difundiera el spot de marras. Sostuvo una larga conversación con la presidenta. De dos, una: le avisó que venía el spot, que ya había sido producido —o por lo menos contemplado— o no dijo nada. No quiero ni pensar que la titular de Homeland Security le haya confiado a Claudia Sheinbaum que se iba a promover un spot así en México, y que la mexicana hubiera dado su consentimiento. Pero la explicación alternativa, a saber, que Noem se guardó una intención que cualquiera consideraría como inaceptable para el gobierno de México, resulta incluso peor. Avisar el golpe que venía podía parecer incómodo para la norteamericana, sobre todo que la mexicana podía pedirle que desistiera; pero no advertirle el trancazo inminente debe ser visto como una falta de respeto, de confianza y de amistad. Una de las reglas de la relación tradicional con Washington siempre ha sido “No surprises”; yo la violé un par de veces, pero se suele cumplir. Si la presidenta sabía, mal. Si no sabía, mal también, no por ella, sino por su nivel de interlocución con el equipo de Trump.

La segunda interrogante es hasta más obvia: ¿los directivos de Televisa le anticiparon a Sheinbaum que iban a transmitir un spot odioso pagado por el gobierno de Estados Unidos? O ¿fue una sorpresa para ella, y se enteró por la pantalla como todos los demás mexicanos (salvo los televisos, desde luego)? Se supone que existe una relación cercana, estrecha, constante entre Palacio y Chapultepec, tanto a nivel personal como institucional. Se antoja inverosímil que Bernardo Gómez no haya utilizado sus buenos oficios con Donald Trump para facilitar la comunicación entre Sheinbaum y el magnate-presidente. ¿Pero no le adelantó nada a la presidenta mexicana de lo que iba a difundir en horarios triple A durante varios días? Si se lo dijo, y Sheinbaum asintió, mal. Y si no le contó nada, peor. No sería mala idea que alguno de los “periodistas” que acuden a la mañanera le dirigieran estas preguntas a la presidenta. Digo, por no dejar…

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