Jorge Castañeda
El tercer argumento esgrimido con frecuencia por priistas contrarios a la segunda vuelta en la elección presidencial es el siguiente. Si de todas maneras va a ganar Andrés Manuel López Obrador, es preferible combatirlo y acotarlo desde el Congreso, habiendo obtenido solo 30% del voto, y no 51%. Al igual que las dos tesis que reseñé y refuté en mis artículos anteriores, también es un argumento falaz.
En primer lugar, quienes son partidarios de la segunda vuelta solo por su deseo de ganarle a López Obrador (no es mi caso: con o sin AMLO he insistido en la segunda vuelta desde hace años) lo son justamente porque piensan que en la segunda vuelta pierde Andrés Manuel. Para ellos, carece de sentido sostener que de todas maneras gana. Y en efecto, es menos probable un triunfo de AMLO con segunda vuelta que sin ella.
La segunda razón por la cual resulta falsa la última reticencia de los priistas consiste en la confusión Congreso/Presidencia. Por lo menos para el 2018, no habría dos vueltas para los comicios legislativos, y estos se celebrarían en la misma fecha que la primera vuelta. Aún reduciendo el número de diputados plurinominales de 200 a 100, y favoreciendo de ese modo a los partidos grandes, no habría manera para AMLO de siquiera acercarse a una mayoría legislativa, incluso si fuera en alianza con el PRD (algo cada día más probable). De modo que cualquier esfuerzo de contención de AMLO por el Congreso sería idéntico con 30% del voto o con 51%.
Salvo por el mandato. Quienes proponemos la segunda vuelta lo hacemos porque simpatizamos con el mayor mandato que inevitablemente entraña. Lo sería para AMLO o para cualquier otro. El PRI y Peña Nieto debieran entender que tener mayor mandato es bueno para el país. Lo malo es gobernar con un 23% de aprobación, según la última encuesta de Reforma.
Esta misma encuesta revela un motivo final por el cual los priistas debieron apoyar la segunda vuelta: los electores independientes. Reforma da la misma cifra que otros: 66% de los mexicanos votarían por un independiente. Al Bronco, el candidato independiente posicionado en segundo lugar entre los mismos —en primer lugar quedó el que escribe— le adjudican 6% del voto bruto, es decir un 7.5% efectivo (igual que Mancera y el PRD).
Esos votantes son mucho más susceptibles de confirmar y aumentar su preferencia por un independiente si hay dos vueltas, y a transferir sus votos por el candidato adversario de AMLO en la segunda. Existe un bloque antisistémico mayoritario hoy en México. Hay que oponerle un mayor bloque reformador, modernizador y anticorrupción. La segunda vuelta ayuda a ello. Debiera bastarle a EPN como razón para apoyarla.