Con melón o con sandíaJorge G. Castañeda 22-Oct-2008Se puede o no estar de acuerdo con la reconciliación priista con Cuba; se puede pensar o no que algún día se obtendrá algo valioso a cambio de las concesiones del gobierno de Calderón; y se puede aceptar que México tiene un problema migratorio con Cuba que amerita un entendimiento. En la euforia, algunos dicen es el primer acuerdo migratorio que México firma con otro país. Parece que entre 1942 y 1964 se firmó uno con otro país vecino, por el cual varios millones de mexicanos emigraron; parece que también desde hace más de una veintena de años rige un convenio con un país vecino del vecino, gracias al cual unos 15 mil mexicanos al año viajan al frío y al trabajo. Lo que sí es cierto es que se trata del primer acuerdo migratorio de México como país receptor y no expulsor. Supongo que nosotros estamos más jodidos que los americanos y los canadienses y por eso nuestra gente se va, los cubanos están más jodidos que nosotros y por eso vienen. Y por último, se puede dar por buena la tesis de que México no obtuvo nada a cambio: ni en este acuerdo ni en la renegociación de la deuda de Cuba con Bancomext (sin garantías) ni en cambiar nuestra posición en materia de derechos humanos en la ONU; pero si con estos gestos, al final de día menores, se logró que el PRI y el PRD dejen de hostigar a Calderón, al menos en este tema, La Habana bien vale una misa.El problema está en dos vertientes. La primera es estratégica, la más importante. Nuestro país lleva casi 15 años dándole vuelta al asunto. A diferencia de Facundo Cabral, sí somos de acá y no somos de allá, pero no lo queremos aceptar. Los sudamericanos ya nos dijeron claramente que no nos quieren -Unasur-; los americanos y los canadienses no nos adoran pero nos toleran, pero sobre todo, mas allá de filias y fobias, la realidad se impone: la casi totalidad de nuestras relaciones con el mundo son con Estados Unidos. Recibir a Pérez Roque en México con bombo y platillo, y hasta donde parece mandar a Rice a hoteles Joe Six Pack de Puerto Vallarta, constituye lo que mi padre siempre llamó "gesto gratuito e innecesario". Pero ahora, que el pejepriismo, por no decir el espejismo, ha invadido Los Pinos, supongo que todo se vale.El segundo problema es, como dirían los americanos, el timing. Yo no sé si realmente sea una buena idea, a dos semanas de las elecciones en Estados Unidos, aceptar por escrito la falaz tesis cubana de que la migración ilegal isleña a México por vías marítimas o terrestres es culpa de la política migratoria de Estados Unidos. Si sé que la Ley de Ajuste Cubano data de 1965, y que la política de "Pies Mojados, Pies Secos", de 1994, mientras que el éxodo de la isla a México y conexos se remota apenas a dos años. Quizás vienen más cubanos porque, como lo sabemos todos los mexicanos, nuestra economía está tan boyante, que ya no hay quien satisfaga la oferta de empleo que existe en el país.Es posible que México escape a la tormenta financiera y económica mundial. Es posible que con nuestros propios recursos y habilidades podamos sortear el temporal. Es posible que no necesitemos el apoyo de nadie, ni mucho menos estrechar los lazos, la integración económica, financiera, turística, tecnológica, migratoria, de inversiones y de infraestructura con Estados Unidos y Canadá. En ese caso nos podemos permitir el lujo de mandarles caracolitos a americanos y canadienses a dos semanas de los comicios en Estados Unidos. Pero en una de ésas, las cosas se nos complican. En una de ésas, las burbujas de tarjetas de crédito e hipotecarias mexicanas, sin alcanzar la magnitud de otros países, crecen y explotan. En una de ésas, la recesión en Estados Unidos es más profunda y prolongada de lo esperado. En una de ésas, su impacto en México es también más agudo de lo que algunos vaticinan. Y por tanto, en una de ésas, habrá que construir una agenda con Estados Unidos.Calderón no quiso buscar a todos los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos en la primavera de este año porque hizo suyo el supuesto de no intervención priista. No pudo evitar que McCain viniera México. No pudo lograr ver a Obama antes de la elección. Podrá sin duda verlo después de su elección entre el 4 de noviembre y el 20 de enero. Pero no vale la pena que sus colaboradores se desesperen en buscar una cumbre si no tienen algo que decirle. Y menos aún vale la pena, aun suponiendo que logren construir una agenda, reabrir la discusión -no la renegociación- del TLCAN como una oportunidad y no un peligro, si no tienen respuesta a la inevitable pregunta: amigos mexicanos, ¿con quién están: con melón o con sandía?