¿Para cuándo?Jorge G. Castañeda14 Ene. 09 La semana pasada informamos en este espacio de la celebración en diciembre de 2008 de un seminario semisecreto en México sobre seguridad y narcotráfico. De ese cónclave, el ex zar de las drogas y ex jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el general en retiro McCaffrey, extrajo una serie de conclusiones alarmistas -exageradas pero no inverosímiles- sobre la situación en México, que reflejan lo que poco después afirmaría el National Drug Threat Assessment del Departamento de Justicia, así como los reportajes en medios de comunicación estadounidenses.Ahora, el Comando de Fuerzas Conjuntas (Joint Forces Command) de Estados Unidos -que publica cada año un informe llamado Joint Operating Environment- afirma en su capítulo sobre Estados débiles o en vías de fracaso: "En términos de los peores escenarios para las Fuerzas Conjuntas, e incluso para el mundo entero, México y Pakistán deben ser objeto de consideración como dos grandes e importantes Estados susceptibles de un repentino y rápido colapso". Dichos Estados, dice el texto, "suelen presentar problemas crónicos de largo plazo que pueden ser superados con el tiempo. Pero el fenómeno escasamente estudiado del colapso rápido tiende a aparecer como una sorpresa vertiginosa y presenta problemas agudos".A ello podemos agregar dos hechos muy comentados en estos días. La agudizada campaña de prensa y política sobre la fragilidad mexicana. Y en segundo lugar, que el primer mandatario extranjero en funciones recibido por Obama fue el de México, y que el primer país visitado por Biden (que busca ejercer una especie de copresidencia encargada de política exterior) fue Pakistán. Con ello, comenzamos quizás a construir un principio de explicación de lo que se ha llamado el problema de la imagen de México en el mundo y en Estados Unidos en particular. Se trata, por supuesto, de un clásico eufemismo mexicano, que como todos los eufemismos, se niega a decir su nombre y busca minimizar un dilema irresoluble.México no es un Estado fallido, pero según el propio gobierno de Calderón encierra en su territorio zonas, ciudades e instituciones fallidas. México es un país en guerra, como lo dijo el archiconservador pero perspicaz ex líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos Newt Gingrich el domingo pasado, porque su gobierno así lo ha dicho y así ha actuado. México es un país cuyo Estado, según su gobierno, ha presenciado en los últimos años una penetración insospechada e inaceptable del crimen organizado, pero que no ha detenido a un solo presidente municipal, gobernador, diputado o senador, actual o anterior, por connivencia con el narcotráfico.México es un país donde reside más de un millón de norteamericanos, donde viajan cada año casi 20 millones de turistas, con una frontera de más 3 mil kilómetros que, según el gobierno de México, no puede ser asegurada ni de norte a sur (armas, químicos, etcétera), ni de sur a norte (droga y migrantes). México se verá dramáticamente afectado por la crisis económica en Estados Unidos de la misma manera y por las mismas razones gracias a las cuales se vio favorecido por la bonanza de aquel país en los últimos 15 años (con excepción de 2001).El asunto no es si la realidad mexicana coincide del todo con la percepción norteamericana, sino si esta última es congruente con la información que México y Washington se envían el uno al otro. Según algunas fuentes indirectas y no plenamente confirmadas, en la reunión de Felipe Calderón y Barack Obama sí revistió la cordialidad que se ha dicho, pero también se caracterizó por un lenguaje directo y franco, tal vez un poco áspero, del nuevo mandatario estadounidense.Con ese lenguaje -insisto, no confirmado- Obama le habría planteado a Calderón sus dudas, que son también las de muchos mexicanos. Si el Estado se halla penetrado por el narco hasta niveles insospechados e intolerables, ¿para cuándo la consignación de los políticos electos (no policiacos) de ahora o de antes? Si se trata de retirar al Ejército del combate al narco lo antes posible, ¿para cuándo la creación cabal de una policía nacional sustitutiva de las demás? Si se trata de que Estados Unidos apoye más a Calderón, ¿para cuándo la disposición mexicana de aceptar esa ayuda en sus condiciones reales de posibilidad?México no es Pakistán, pero Pakistán no era Pakistán hace algunos años; era el mejor y más estable aliado de Estados Unidos en esa región desde los años sesenta. No nos engañemos: los errores de los norteamericanos luego nos salen más caros que sus aciertos.