Foxianas

FoxianasJesús Silva-Herzog MárquezHoja por Hoja | año 11 | número 129 | Febrero 2008El libro de Jorge G. Castañeda y Rubén Aguilar es la defensa que Vicente Fox no puede hacer de su propia administración. La diferencia. Radiografía de un sexenio es un buen testimonio del gobierno de Fox, desde dentro. Nadie puede llamarse a sorpresa al encontrar una defensa en este texto. Se trata, evidentemente, de una versión cercana y favorable a la administración foxista. Quien crea que nada bueno puede decirse del guanajuatense y de su gobierno, no debería por ello fastidiarse con esa lectura. Pero si alguien busca la versión interna, si alguien quiere nutrir su visión del pasado reciente con el aporte de esa mirada, debe leerlo con atención. No se trata de una defensa acrítica. Por el contrario, es notable su perspectiva crítica. Los autores reconocen los fracasos de su jefe y ensayan reflexiones sobre sus causas. Está muy lejos de su intención tratar de esculpir un monumento al infalible. En todo caso, contribuyen a ventilar la versión gubernamental de lo acontecido.Entre sus fuentes están una entrevista con Vicente Fox, los recuerdos personales de los propios escritores y diversos testimonios del círculo gobernante. En este mosaico, quedan claras las distintas versiones, las cambiantes percepciones, las estrategias y sorpresas que marcaron el sexenio. Castañeda y Aguilar adelantan que no pretenden revelar la verdad, sino contribuir a su construcción. Lo logran. Ensamblado a partir de los núcleos de decisión más importantes del gobierno —gabinete, Chiapas, reforma fiscal, Cuba, aeropuerto, Iraq, desafuero y elección del 2006—, narran el complejo proceso decisorio del gobierno. Al hacerlo, al subrayar las diferencias dentro del equipo, al precisar secuencias, al comparar intenciones y logros, y al iluminar la corresponsabilidad de otras fuerzas, el libro aporta ingredientes muy saludables al debate. Castañeda y Aguilar nos ayudan a escapar del simplismo con el que apresuramos un juicio sobre ese sexenio.Es cierto que Fox no aparece en estas páginas como el estadista visionario, el hombre de genio político que anticipa, ordena y consigue todo lo que busca. Sus vacilaciones e ingenuidades quedan claras. También el error de algunos cálculos y el descuido en muchas determinaciones. Pero al mismo tiempo, queda clara la carga del desajuste institucional y la irresponsabilidad del resto de los actores políticos. Ésa puede ser la gran diferencia que subrayan los autores con el título del libro: si el gobierno de Fox sintetiza el síndrome de nuestra insatisfactoria democracia, no es solamente por los yerros en el mando ejecutivo, sino por los defectos institucionales y la mezquindad de nuestra clase política.El capítulo sobre el aeropuerto es especialmente iluminador. En el recuento de lo acontecido, los autores desentrañan la maraña de intereses que conspiró contra la gran obra del sexenio: conflictos interburocráticos; mala conducción política; desdén por los detalles; choque de personalidades; sobrevivencia de la política bronca. La historia reciente aparece, en efecto, como una estructura mucho más enredada que la que aparece en los veredictos instantáneos. Es que el alegato de los colaboradores de Fox dispara simultáneamente contra muchos blancos. Es una crítica severa a la estrategia de conducción política (es un decir) que se impuso. Los autores cuestionan la filosofía y sobre todo los resultados de la política de Creel al frente de la Secretaría de Gobernación, postura descrita como ingenua e ineficaz. Se lanzan también contra eso que Castañeda ha bautizado como la "comentocracia" , una clase intelectual opinadora que siempre esnobeó al guanajuatense y que ahora pretende difundir la versión de que todo se explica por la incompetencia de un ranchero. También es una crítica a las oposiciones obsesionadas con producir el fracaso del pan. Naturalmente, hay argumentos a lo largo del libro que no resultarán del todo convincentes. Pero no hay ninguno que no deba ser considerado con seriedad.

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