“El estado y yo nos dimos una buena madriza”/ Milenio 10 de Septiembre, 2008. Entrevista: Jorge Castañeda • Ex titular de la SREEl ex diplomático considera que el gobierno federal actuó con tanta saña “por defender el monopolio de los partidos en las candidaturas”, no porque él le caiga mal a Calderón.El ex canciller Jorge Castañeda no escatima frases para definir el papel que jugó el gobierno de Felipe Calderón ante la demanda contra el Estado mexicano que interpuso —en 2006— en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, luego de que el IFE le negara su registro como candidato presidencial.—¿El Presidente, a través de Relaciones Exteriores, además de defender al Estado mexicano, defendió eso que algunos llaman la “partidocracia”? —se le preguntó a Castañeda luego de que la semana pasada la CIDH fallara de forma dividida sobre su caso (en un punto le dio la razón al Estado, en otro al ex colaborador de Vicente Fox). El diplomático, de buen humor, respondió: “sí, defendió ciento por ciento a la partidocracia. Él (Calderón) es el guardián de la partidocracia… ¿Por qué su gobierno peleó esto con tanto empeño? ¿Por qué mandó a Costa Rica (a la sede de la CIDH) a tantas gentes (17 personas) encabezadas por su consejero jurídico (Miguel Alessio Robles)? ¿Por qué tanta saña? Yo sólo he encontrado dos explicaciones: la primera, que me parece absurda, por animosidad personal conmigo…” —¿De él o de algunos miembros de su gobierno?—¡De él! Esas son decisiones de él: el caso lo llevó en Costa Rica Alessio Robles…—¿Ustedes —el Presidente y usted— se caían mal desde antes?—A mí siempre me ha caído bien, pero yo evidentemente le caigo mal, cosa que me parece lo más normal y lógico del mundo: no le caigo simpático, no me tiene respeto, ni estima ni nada, cosa que no me parece grave: así es y ya. Ahora, no estoy dispuesto a creer que el Presidente de la República convierta sus animosidades personales en políticas de Estado. Sería terrible. Entonces, esa hipótesis la descarto, sería absurdo, sobre todo en un tema menor para él como es el mío… —agrega con sarcasmo.—Su segunda teoría…—La otra hipótesis es que este asunto sí le creaba mucho ruido al Presidente con dos partidos: PAN y PRI. Aceptar las candidaturas independientes les perturbaba no por mí, sino por los posibles candidatos perdedores dentro de PAN y PRI en todas las elecciones primarias que hay para alcaldes, gobernadores, diputados, senadores, etcétera, que tendrían la oportunidad de irse por la libre. Imagínate en el PAN y el PRI un precandidato a una alcaldía que sea muy popular y que pierda la elección primaria y que se vaya de candidato independiente: les podría dar una tunda en los comicios. Por eso PRI y PAN se oponen. Así que yo quiero creer que esa fue la razón del gobierno de Calderón…—En la última audiencia que tuvieron usted y el Estado mexicano ante la Corte usted declaró a MILENIO que el gobierno de Calderón quería “darle en la madre” con este caso. En términos políticos, ¿le dieron en la madre?Sonríe ampliamente, bebe café y responde, sin perder el humor:—No, no lo lograron… Yo creo que nos dimos una buena madriza el Estado y yo. No el Presidente y yo: el Estado y yo. Sólo que la pequeña diferencia es que el Estado es el Estado y yo soy un ciudadano común y corriente —“más corriente que común”—, y la asimetría es tal que un empate no es un empate entre una fuerza inmensa y un ciudadano solo…—En términos futbolísticos, ¿fue un empate con sabor a triunfo?—Pues yo diría que es una victoria, porque insisto: es muy difícil ganarle a una partidocracia que lleva ochenta años en el poder —defendida a nombre del Estado por el Presidente, su consejero jurídico y la Secretaría de Relaciones Exteriores—, a través de la acción de un único ciudadano. Hubiera sido fantástico que un cabrón solito con sus tres abogados cuates derrumbara esa partidocracia, pero al menos sentamos un precedente y abrimos un resquicio… Reflexiona unos instantes y luego sentencia: “parece no un gobierno de cambio (el de Calderón), sino un gobierno de restauración…” Se le pide que sintetice lo que afirma haber ganado con la sentencia de la CIDH.Enumera: “1. Por primera vez en la historia el Estado mexicano, a pesar de los intentos del gobierno para impedirlo, es juzgado por una corte internacional. Es falso lo que dice la cancillería que México ya había sido juzgado previamente en el caso de un ciudadano (Martín del Campo), ya que en aquella ocasión la Corte se declaró incompetente y desechó el caso. “2. Por primera vez en la historia el Estado mexicano es sentenciado por violar los derechos humanos de un ciudadano respecto a su acceso a la justicia (ninguna instancia judicial mexicana aceptó las demandas de Castañeda en 2006, arguyendo que los asuntos electorales son, en términos jurídicos, monopolio de los partidos). La cancillería puede decir misa, que no perdió esto, pero la sentencia de la Corte es contundente y el gobierno tiene que publicarla en el Diario Oficial de la Federación (lee la sentencia): ‘El Estado violó en perjuicio del señor Castañeda el derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25 de la Convención’. Y no sólo eso: el Estado, por primera vez en la historia, tendrá que pagar. Siete mil dólares. Y nada que por equidad, o buena onda, o por reparación del daño, como dice la cancillería: es una pena que le impone la Corte por haber perdido parte del juicio, por haber violado mis derechos humanos en cuanto al acceso a la justicia.“3. La Corte —vuelve a leer la sentencia— ‘instruye al Estado mexicano’ (‘no es si quiere, es que debe’, subraya) para que haga las modificaciones legales pertinentes que completen la reforma electoral de 2007, a fin de que cualquier ciudadano pueda acudir a la justicia, sin el filtro de los partidos, cuando se sienta agraviado en sus derechos humanos por asuntos que tengan que ver con legislaciones electorales”.Y, ¿qué perdió Castañeda? Esto: “Lo que perdí fue lo de la candidatura independiente: la Corte dijo que el monopolio de los partidos para las candidaturas no viola la Convención Interamericana y que no viola el derecho a la igualdad. Perdí eso. Punto”. La entrevista no podía terminar de otra forma: el ex canciller concluye con su estilo, … Castañeda. De Jorge Castañeda: —Se dice fácil haberle ganado por primera vez en la historia esas cosas al Estado mexicano, pero a ver quién es el otro guapo que lo ha hecho…Juan Pablo Becerra-Acosta M.