Hora de decisiones Jorge G. Castañeda24 Sep. 08 La complejidad de la crisis financiera que afectó los mercados de Estados Unidos, Asia, en menor medida en Europa y de manera incierta América Latina no tiene una explicación fácil, ni abre la posibilidad de decir algo original de lo que otros han dicho. Lo que quizás pueda ser útil, de manera esquemática y preliminar, es tratar de explicar cómo puede -o no- extenderse la crisis a México, y contagiar la economía nacional.El mecanismo es relativamente sencillo, aunque incierto y con un contexto tan complejo y tan enredado que nadie puede asegurar que vaya o no a suceder. El ánimo de la Bolsa de Valores de Nueva York hoy depende en gran medida de la confianza de los inversionistas e instituciones sobre el paquete de rescate de los más de 700 mil millones de dólares que el gobierno de Bush y la Reserva Federal americana están armando. Si creen que el paquete va a ser aprobado por el Congreso sin grandes modificaciones; si creen que es suficiente para extenuar la crisis; y si creen que el costo para el fisco norteamericano no será excesivo, el paquete sí puede funcionar. A la inversa, si termina por imponerse el escepticismo o el franco pesimismo, ya sea por las perspectivas de aprobación, por la magnitud del rescate o por los efectos perversos del propio rescate, es muy posible que el programa no prospere. Coloquémonos por un minuto en esta perspectiva negativa, no porque sea probable ni menos aún, como lo ha insinuado la presidenta de Argentina, sea el efecto jazz: una crisis desde las entrañas mismas de Estados Unidos que arrastra al mundo.Si la Bolsa de NY sigue cayendo de manera generalizada como estos días, arrastrará a la baja los American Depositary Receipts (ADR) de las empresas mexicanas que cotizan allá. Si la cotización de estos ADR sigue a la baja, entrañará, como siempre ha sucedido y es lógico, un fuerte derrumbe del IPyC de la BMV, ya que en un mercado de tan escasa profundidad, pocas empresas poseen un gran peso en el índice. Si se cae la Bolsa Mexicana, como se ha venido cayendo en las últimas semanas, por lo menos respecto al patrón histórico, la fuga hacia la calidad ("flight to quality", o más bien en este "flight to safety") será a dólares. No hay otros instrumentos mexicanos atractivos. A menos de que el Banco de México siga elevando las tasas de interés como lo ha hecho, con toda razón hasta ahora, a pesar de que el gobierno de Calderón le pida que no lo haga.Ambos tienen algo de razón. Si Banxico y Guillermo Ortiz siguen elevando las tasas, podrán retener pesos en México, evitando una corrida contra la moneda, pero de manera inevitable provocarán una subida significativa en las tasas variables de la economía mexicana: tarjetas de crédito, algunos préstamos automotrices y algunas hipotecas. Ya ha ido creciendo de manera vertiginosa la cartera vencida de las tarjetas de crédito, y nuevos incrementos en el costo del dinero para los sujetos de préstamos automotrices e hipotecarios a tasa variable o flotante sin duda empezarán a entrañar suspensiones de pago como en Estados Unidos, en otros países y en México anteriormente. A la inversa, si Ortiz no sigue empujando, habrá una salida de dinero del país, que por el momento el Banco Central con sus elevadas reservas puede enfrentar, pero que probablemente prefiera no sostener, en cuyo caso seguirá cayendo el valor del peso, como en el último mes. Si esto sigue, las tensiones inflacionarias presentes en la economía mexicana se exacerbarán y en lugar de cerrar el año en 5.5 o 6 por ciento de inflación cerraremos entre 7 y 8 por ciento complicando la economía.Nada de todo esto es culpa de Calderón; hasta ahora la gestión de la crisis, retórica aparte, ha sido prudente. Pero se acerca el momento que menos le gusta a nuestro Presidente: el de la definición. Si el paquete de Bush camina, México padecerá los leves efectos de una mini recesión en Estados Unidos, que de acuerdo con algunos indicadores ya está llegando a su fin. Pero si el Potomac y el Wall Street se atoran, los riesgos aquí rápidamente reseñados no podrán ser evitados. En ese caso habrá que escoger entre opciones incómodas o francamente negativas: defender el tipo de cambio con tasas más altas, mermas de las reservas y apoyo institucional a la Bolsa; o dejar suelto el tipo de cambio, conservar la reservas y mantener bajas las tasas para no castigar a deudores mexicanos, pero padecer los efectos de una devaluación.Calderón puede escoger, porque ha manejado las cosas con sensatez; pero tal vez ya no basta la sensatez; ahora parece que hace falta tomar decisiones. Página de internet: www.jorgecastaneda.org