En Estados Unidos nada es más arcaico, inamovible, pétreo, que los partidos Demócrata y Republicano. La crisis de los partidos políticos no es exclusivamente mexicana. En México no se sabe ya quién es de izquierda, quién conservador, quién está en el centro. La disputa por las posiciones ha borrado las ideologías. Las propuestas ya no sirven para acceder a los cargos. La política ha llegado a su peor expresión al cancelar el debate de las ideas. La ideología se han vuelto un ejercicio académico del que los políticos están al margen.La política se limita a la lucha por las preferencias electorales manifestadas en las encuestas. Lo importante no es lo que propongan los partidos, sino el carisma que muestre el candidato que los encabece.El escenario fantasmagórico es el embate a la lealtad. Muchos del PRI se volvieron panistas, los del PAN, aunque no se hubieran cambiado de partido se convirtieron en priistas y los del PRD se volvieron tribus, todo en un retroceso democrático.Jorge Castañeda ha escrito un libro obligado para entender lo que ha pasado con la perversidad del inútil tripartidismo. (Mexico and the Mexicans Mañana Forever?). En un párrafo está la explicación: “Ningún partido le gana al otro, particularmente porque hay tres, no hay doble vuelta electoral y no se permite que los ciudadanos accedan al ejercicio del derecho político de ser votado, sin el concurso de los partidos políticos”.Una de las tesis de Castañeda es que desde que empezó la rotación —no la transición— porque finalmente nada ha cambiado —cualquiera de los tres partidos pudo haber ganado la Presidencia a partir de 2000—. Los porcentajes de las votaciones ya del Congreso, ya del Ejecutivo lo aclaran:En 1997 en las intermedias legislativas el PRI 38%, el PAN 26% y el PRD 25%. En 2000, cuando ganó Fox, el PAN 43%, el PRI 36% y el PRD 17%. En las intermedias de 2003, el PRI 37%, el PAN 30% y el PRD 18%. En la presidencial de 2006 Calderón ganó con 35.9%, el PRD 35.3% y el PRI 22% en las últimas intermedias el PRI 37%, el PAN 28% y el PRD 12%.Dice Castañeda que en palabras esto quiere decir que en cinco elecciones el PRI quedó en primer lugar tres veces, el PAN dos veces y el PRD ni siquiera una, pero el PRD quedó en segundo lugar una vez por una nariz y el PRI quedó en tercero una ocasión. Para Castañeda esto muestra la deslealtad de los electores. No dice, sin embargo, que esa deslealtad proviene de la deslealtad de los propios políticos con los electores cuando brincan de un partido al otro. Si los políticos son desleales, los electores siguen el ejemplo.Esto no es privativo de México. En España las paredes de las calles que han pintado los indignados dicen que No al bipartidismo. En Barcelona hay en estos días carteles que podían estar en México: “No al Monopolio Des informativo”. El PSOE se ha convertido en una especie de PRD español y el PP a veces parece PAN, a veces parece PRI.En Estados Unidos, el paradigma del bipartidismo, los ciudadanos han dejado de creer en sus instituciones políticas. Existe un desorden bipolar de la política estadunidense. En ese país nada es más arcaico, inamovible, pétreo que los partidos Demócrata y Republicano. La ciudadanía está harta y alarmada de que una administración republicana (G.W. Bush) y luego una demócrata (Obama) no atiendan —como tampoco ocurre en México— los reclamos ciudadanos.La desesperación ciudadana la han ocasionado los rescates a los bancos con cargo del dinero de los contribuyentes, la nacionalización de la industria automotriz en un país esencialmente capitalista antiestatista, la expansión de las guerras en Oriente Medio, el desastre de las viviendas, como en España, al que no acaban de echarle dinero bueno al malo, la guerra contra las drogas a la que nadie, como en México pasa exactamente, piensa que vale la pena haberla emprendido y además nadie cree que se puede ganar, salvo Calderón.Una encuesta de 1970 (Harris) señalaba que a la pregunta “¿independientemente de por quién vas a votar, te consideras demócrata, republicano o independiente?” Las respuestas fueron: 40% dijo demócrata, 31% republicano. Ahora los porcentajes han variado: 35% demócrata y 28% republicano.Esta pequeña variación no es la misma de quienes se consideran independientes: de 20% en 1970 subió a 28% en 2011.En México los partidos simulan que son expresiones ciudadanas. Lo mismo sucede globalmente.