El misterio¿Por qué somos tan corruptos? ¿Por qué no respetamos las leyes? ¿Podremos salir adelante como país?Tan sugestivo e intelectualmente retador como en su momento lo fue Octavio Paz en su clásico "Laberinto de la Soledad", Jorge G. Castañeda nos ofrece la gran oportunidad de reflexionar en el puente de las fiestas patrias sobre estas cuestiones que cada mexicano se pregunta de tanto en tanto con una lectura que remueve clichés y estereotipos.Su reciente libro, "Mañana o Pasado. El Misterio de los Mexicanos" (México: Aguilar, 2011), plantea en sus diferentes variantes el tema de las actitudes de los mexicanos, sus raíces y su porvenir: el individualismo y la reticencia a actuar en conjunto o de manera colectiva; y, en particular, la obsesión con desobedecer o sacarle la vuelta a la ley y su corolario: la imparable corrupción.Esos y otros rasgos cuyo origen se puede trazar a la época colonial, nos dice Castañeda, son características que impiden a los mexicanos dar el paso definitivo a la modernidad.En sus palabras, "el México de hoy rueda inexorablemente, quizá con más temeridad que inteligencia, hacia un siglo XXI donde los rasgos fundamentales de su carácter nacional parecen radicalmente disfuncionales", y habla del individualismo como de un obstáculo quizá insuperable para el progreso nacional.Concuerdo con el politólogo porque, en mi propia percepción, codomontanos, chilangos o jalisquillos, a todos parece unirnos no sólo el fatalismo tradicional que nos inhibe desde ganar un Mundial de futbol hasta tumbar a gobernantes ineptos o corruptos. No importa si al hablar nuestros acentos son diferentes, al lugar al que vayamos encontraremos la misma corrupción pública y privada y casi la misma pasividad e indiferencia ciudadanas.Qué bueno que cada día hay más mexicanos que ya no dan "mordidas", pero sigue siendo apabullante la cantidad de personas para las cuales el Estado de derecho es algo que se aplica a los demás, no a ellas mismas. Misterio mexicano.Tal aceptación de la ilegalidad, argumenta Castañeda, genera una corrupción que pervierte el sistema legal y de justicia y destruye la confianza de la gente. En consecuencia, "los miembros de la sociedad se sienten inclinados a ignorar la ley, o en cualquier caso, a tenerle poco respeto, ya que pueden conseguir lo que quieran sin ella".Desde el "se obedece, pero no se cumple" del Virreinato, la sociedad mexicana asumió la noción de que la ley era intrascendente y que su violación constituía "un pecado perdonable". Si la ley no me favorece, entonces es una mala ley, y no la acepto. Qué chulada. Más misterio mexicano.Agudo observador, contraintuitivo ("México no es hoy un país particularmente violento, ni lo fue en el pasado. El problema actual del crimen no es más serio ni se había generalizado más que en muchas sociedades latinoamericanas"), Castañeda nos ofrece retomar e impulsar la tradición de pensar "lo mexicano" como vía de esclarecimiento a la angustia actual que nos paraliza: ¿hay salida a lo que estamos viviendo? ¿O el mexicano es incapaz de cambiar y transformarse?Sí la hay, afortunadamente, pues en cuestiones de historia el origen no es necesariamente destino.La antigua tesis según la cual todos los mexicanos somos irremediable y congénitamente corruptos debido a la herencia española, católica, mestiza y patrimonialista, es falsa e inaceptable, pues "estos males son seculares y culturales, pero no ontológicos ni resistentes al cambio", concluye el autor.Recuperar la paz en nuestras calles va ligado así a algo más profundo a simplemente poner más policías y soldados en ellas: va al corazón de nuestras percepciones y actitudes culturales ante la ley y la sociedad.Un mexicano menos individualista y más respetuoso de la ley es posible y concebible aun en las circunstancias actuales. Ya existe y se reproduce a ritmo exponencial, pero tardará quizá algunas generaciones más antes de ser el tipo de mexicano predominante.Mientras tanto, pensemos con mayor profundidad y con la claridad aportada por Castañeda sobre la forma en que interpretamos cada uno de nosotros lo que significa ser mexicano y el tipo de nación al que aspiramos. No encuentro mejor manera de celebrar las fiestas patrias que, como sociedad, echarnos una buena y larga mirada al espejo.