En una entrevista a Condoleezza Rice, ex secretaria de Estado en el gobierno de Bush, otorgada a la cadena CNN dejó fluir su imaginación y frustración por varias de las cosas que no pudo hacer durante su gestión. Dijo: "creo que lo que más me gustaría hacer sería volver sobre alguno de los aspectos de nuestra relación con México…Después de atender la preocupación necesaria del 11 de septiembre y de consolidar nuestra seguridad y la de Afganistán e Irak, habría que haber vuelto a la relación con México que encerraba una gran promesa dado que los dos gobernantes, Vicente Fox y George Bush, habían llegado al poder juntos para hacer cosas antes de los terribles problemas de frontera que hoy sabemos que México enfrenta con los cárteles de la droga y de la necesidad de hacer algo en materia migratoria".Esta declaración de Rice, que de algún modo reproduce declaraciones que su propio ex jefe ha insinuado, da al traste con 3 tesis falsas y mal intencionadas a propósito de uno de los momentos más prometedores de las relaciones de México y Estados Unidos. Entre diciembre del año 2000 y septiembre del año 2001 se avanzó conceptualmente en múltiples frentes de la relación. El aterrizar estos avances en realizaciones concretas iba a ser enormemente difícil y lo que parecía inminente en realidad estaba a meses, si no es que a años de laboriosas negociaciones. Pero trátese de los aguacates en Uruapan, de los camiones de carga, del agua del Río Bravo, del narco y sobre todo del tema migratorio, estábamos en vísperas de dar un paso cualitativo muy superior al que se había podido dar en el pasado. Todo esto no fue un invento mexicano que después fue puesto al descubierto por los acontecimientos del 11 de septiembre. Fue un esfuerzo de los dos países que quedó descarrilado por la obsesión de responder al 11 de septiembre y de preparar la guerra de Irak.La segunda tesis falsa, producto principalmente de mediocres americanólogos en México de dudosa preparación, inteligencia y honestidad, que decidieron que porque Fox no volvió a Washington tres días después de su visita anterior para darle apoyo moral a Bush, eso dio al traste con la confianza personal que ambos mandatarios se tenían. Lo cierto es que el gobierno de Bush se sintió más que satisfecho con el viaje que hizo Fox a Nueva York y Washington dos semanas después. Lo que los mexicanistas en Washington detectaron, junto con el personal de la embajada americana en México, fue la escasa simpatía de la sociedad mexicana para con Estados Unidos, y eso efectivamente sí los dejó profundamente desconcertados, como le sucedería a cualquier país del mundo.La tercera tesis equivocada sostiene que a partir de ese momento ya nunca hubiera sido posible realizar un acuerdo o reforma migratoria importante en Estados Unidos porque se había cerrado la ventana: Bush ya no quería y México ya no tenía el capital político para empujarlo. Lo que Rice y varios otros de sus compatriotas dicen es que la administración Bush se tardó demasiado en presentar un nuevo intento y cuando lo hizo ya no había los votos para sacarlo, sobre todo en el Senado. A un Presidente republicano conservador de un estado fronterizo, como Bush, le faltaron votos republicanos conservadores de estados fronterizos como Texas. Los dos intentos que se presentaron de reformas imperfectas fueron derrotadas por senadores y comentaristas progresistas que deseaban una reforma perfecta y por el gobierno de México que no supo entrar en el debate norteamericano, como sí lo había hecho siete años antes.Lo bueno de los países donde los funcionarios hablan, no es que digan la verdad, porque a veces ni ellos mismos la conocen. Pero el hecho mismo de decir lo que creen que saben puede detonar un debate donde otros participan desatando una discusión más rica y general. Eso en México todavía no sucede con cualquiera de las grandes coyunturas modernas del país: 88, 94-95, 2000, por supuesto 2006 y quién sabe si 2012.