A muchos mexicanos de la burocracia y la clase política, desde el Presidente hasta tecnócratas ilustrados, les irrita sobremanera el contraste que suele plantearse entre el éxito brasileño y el fracaso mexicano. A los empresarios y a algunos miembros de la comentocracia más que irritación, el cotejo les genera un dejo de envidia. Y a un sector de la izquierda política e intelectual del país, los logros brasileños le sirven como un instrumento de golpeteo político de cierta eficacia: lo que sí ha podido hacer un gobierno de izquierda en un país con retos tan grandes como los de México; ya urge tener un gobierno así. Huelga decir que si en México la comparación tiende a ser favorable al gigante sudamericano, en el extranjero se amplifica. Por lo menos en Estados Unidos y en Europa, Brasil es una historia de triunfo, y México una derrota.Sin embargo, los números no cuadran. Algunos lectores se sorprenderán al saber que el año pasado la economía mexicana creció casi 33% más que la brasileña: México se expandió en aproximadamente 4%, Brasil ligeramente menos de 3%. Para el 2012 la expectativa de un crecimiento de alrededor de 3.5% es parecida para ambas economías, pero si Estados Unidos mantiene su recuperación diaria y China y Europa siguen enfriándose, puede suceder lo mismo. No es imposible que en 2012, por segundo año consecutivo, México crezca más que Brasil.No lo digo porque a nosotros nos vaya bien. El país no puede superar sus enormes desafíos sin crecer sostenidamente a menos del 5% anual; no estamos en esas metas. Pero subrayo estos datos para mostrar que el famoso milagro brasileño empieza a perder brillo. En parte por el entorno internacional más halagüeño para México que para Brasil; en parte por la necesidad que sintió el gobierno de Rousseff de reducir el gasto excesivo de Lula en el año electoral; y en parte por una inflación de casi el doble de la mexicana (3.82% vs. 6.56%). Brasil hoy presenta expectativas más modestas de lo que el mundo piensa.Es cierto que la clase media brasileña ha crecido y que hoy representa una proporción mayor que en México. Y es cierto también que la reducción de la pobreza en Brasil desde 2000 ha sido ligeramente mayor que en México. Habrá que ver si con los mejores números económicos mexicanos de estos años se revierte esta tendencia. En el entendido de que tanto en PIB per capita, como en desarrollo humano, pobreza y desigualdad, México supera a Brasil por un margen estrecho, aunque no insignificante. En el informe HDR-2011 de la ONU, México ocupa el lugar 57 y Brasil el 84; México contaba en el 2011 con un PIB per capita de US$13,000 y Brasil US$10,000; el GINI de México es menos peor que el de Brasil.Estos datos pueden ser sorprendentes, pero explicables. Los dos últimos gobiernos brasileños y el actual han realizado una magnifica labor de autoelogio y promoción mundial. Los dos últimos gobiernos mexicanos desarrollaron faenas medianas de vender sus logros en el mundo y dentro de México, pero el actual ha desarrollado un esfuerzo perseverante de pintar el panorama más negro posible ante el mundo y aquí.De ahí que pensemos que a Brasil le va mucho mejor que a México y cometamos otro error: pensar que en materia de violencia nosotros no estamos tan mal como Brasil. Falso: en 2011, en los números preliminares, los homicidios dolosos por 100,000 habitantes en México y en Brasil están entre 22 y 23. En otras palabras todo lo tenemos al revés.Cuando sea el mundial del 2014 y afloren todas las insuficiencias de infraestructura, comunicaciones, turismo, incluso de seguridad, que padece Brasil, quizás comprendamos que en realidad a lo largo de los últimos 80 años, los dos países hemos hecho las cosas más o menos igual de bien o de mal, tanto en lo político, en lo económico y lo social (a pesar de la nostalgia por la era priista en México, y de la actual prepotencia brasileña). Salvo en dos cosas, en las que son infinitamente mejores que nosotros: el futbol y contar historias de éxito.