En las "no" campañas presidenciales que "no" empiezan aparece un tema recurrente: la desigualdad.Todos sabemos que México es un país desigual, lo lamentamos, y algunos tratan de presentar remedios. La desigualdad se mide y compara a través de varios instrumentos, por ejemplo el porcentaje del ingreso nacional que concentra el 1% más rico de la población, o el 5% más rico o el primer decil (10%); también con las cifras inversas como la proporción del ingreso que le toca al 10% más pobre. El instrumento más generalizado es el creado por el italiano Corrado Gini (el coeficiente Gini).En esta medición, un coeficiente 0 equivale a una igualdad perfecta del ingreso, un coeficiente de 1.0 equivale a una desigualdad total del ingreso. El Gini permite comparar la desigualdad entre países, o dentro de un mismo país a lo largo de los años. Hay dos tipos de coeficientes Gini, y el segundo es el más pertinente para el análisis. Se trata del coeficiente Gini antes de impuestos y transferencias y después de impuestos y transferencias. En otras palabras el cotejo entre estos dos Gini permite comprender hasta qué punto la política fiscal y social de un país corrige la desigualdad existente, o simplemente la reproduce.En los países de gran estado asistencial, políticas sociales solidarias y carga fiscal elevada, la diferencia del Gini antes y después de impuestos y transferencias es enorme. Francia, por ejemplo, tenía a mediados del decenio pasado un Gini de 0.49 antes de impuestos y transferencias que bajó a 0.28 después, casi a la mitad. Estados Unidos también tenía un coeficiente de 0.49 que se redujo solamente a 0.38 después de impuestos y transferencias. El país que en los últimos años tuvo la reducción más grande, es decir el efecto igualizador más potente en la OCDE, fue Austria (de .472 a .261).¿Y México? En primer lugar, su Gini antes de impuestos es de los más altos de la OCDE, 0.49 (0.51 Chile), aunque no el más alto (Italia 0.56). Pero sobre todo la gran diferencia es que, tanto en el caso de Chile como el de México prácticamente no hay diferencia entre el Gini antes y después de impuestos y transferencias: México pasa de .49 a .47 y Chile de .51 a .50. Dicho en otras palabras: la política social a través de impuestos y transferencias no cambia la desigualdad en México. Esta es una tragedia casi tan grande como la desigualdad misma, como la ha señalado Héctor Aguilar Camín hace tiempo.Si tratamos de ver algunos números análogos para otros países latinoamericanos no miembros de la OCDE, y por tanto donde las series son menos recientes y robustas, comprobamos que ningún país realmente ve modificada su distribución del ingreso por la política tributaria. Muchos la ven agravar (Guatemala, Honduras, Bolivia, Brasil, Perú, R. Dominicana y El Salvador). El que más redujo su desigualdad gracias a impuestos y las transferencias fue Panamá que, al mismo tiempo, tenía el Gini más alto.¿Qué concluir de esto? Uno, que una elevada carga fiscal, como la de los países europeos con un vigoroso estado asistencial sí corrige la desigualdad cuando están bien diseñadas las políticas. Dos, que con una muy baja carga fiscal, como la mexicana, es muy difícil modificar la distribución del ingreso y las mejoras son pequeñas, aunque sí las ha habido en los últimos 10 años: 2000, 0.513; 2002, 0.485; 2004, 0.482; 2006, 0.479; 2008, 0.482; 2010, 0.460. Y tres, que incluso con cargas superiores, como Brasil y en menor medida Chile, no hay garantías: es la existencia, calidad y eficacia de políticas sociales lo que también incide. Justamente países como Brasil, que han mejorado su distribución del ingreso en una pequeña medida durante los últimos 10 años, siguen con coeficientes Gini casi idénticos antes y después de impuestos.Ojalá que los candidatos presidenciales puedan entrar a estos temas y decirnos qué piensan hacer para transformar políticas sociales que ni con el PAN ni con el PRI han sido eficaces, medidas así.