Tendremos que esperar unos días a la salida de todas o la mayoría de las encuestas de preferencia electoral, realizadas en vivienda, para saber a ciencia cierta cuál fue el resultado del debate, y el impacto que tuvo (o no) sobre el electorado. Las primeras pesquisas telefónicas, no fácilmente comparables entre ellas, y excluyendo las que son en realidad grupos de enfoque grandes, sugerían que ganó el debate Peña Nieto; que a Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador les fue más o menos igual y no tan bien como a él; y que Quadri fue la sorpresa, pero sin mayor impacto electoral. Insisto: mientras no contemos con todas las encuestas, será difícil tener la certeza de que fue así.Lo que sí podemos imaginar es el acercamiento de cada uno de los tres candidatos principales al objetivo estratégico que tal vez se fijaron como meta para el debate. Digo imaginar porque en mi caso carezco de acceso a los cuartos de guerra para conocer con precisión qué se proponían. Pero puedo tratar de deducir de su situación previa en las encuestas y su comportamiento en el debate, qué tanto se acercaron a sus aspiraciones.El caso de Peña Nieto es sencillo. Llevando una ventaja de entre 15 y 20 puntos en casi todas las encuestas (por lo menos las públicas), su tarea consistía en no perder esa ventaja; no perder el debate; no meter la pata; no regarla. Luego podría discutirse si la mejor manera de alcanzar esa meta era sólo cuidarse o de vez en cuando contraatacar o responder a sus adversarios que, obviamente le iban a pegar, en vista de su condición de puntero. Y como logro adicional, buscaría quizás disipar la impresión en el círculo rojo de que "no puede hilar tres frases seguidas". Gracias a un buen manejo de las expectativas (reduciéndolas al mínimo), haberse preparado bien, haber soltado algunos golpes, y no haber cometido ningún error garrafal, se puede decir que Peña defendió bien su objetivo y lo alcanzó. El par de goles que le metieron tanto AMLO como JVM no bastaron para cambiar el marcador final en mi opinión.La cosa es más compleja para AMLO y JVM. Parecen haber actuado como si estuvieran convencidos de que ya ocupaban el segundo lugar, y que su trabajo consistía en pegarle al primer lugar para acercársele, ignorando Josefina a AMLO y AMLO a Josefina, ambos aparentemente pensando que el otro ya se encontraba en el tercer lugar. Si AMLO hubiera pensado que realmente se hallaba en el tercer lugar, y hubiera actuado racionalmente, hubiera centrado sus esfuerzos en pegarle a JVM para rebasarla. Si JVM hubiera pensado que corría el riesgo de caer al tercer lugar, y hubiera actuado racionalmente, hubiera concentrado sus críticas contra AMLO y no tanto contra Peña. Los dos candidatos no punteros actuaron como si abrigaran la certeza de estar en segundo lugar.El problema es que o bien ambos tienen razón, en cuyo caso están empatados en segundo lugar; debe de ser así, de acuerdo con sus encuestas, ambos se equivocaron porque al pegarle al primer lugar y no al adversario de a lado, simplemente habrán reproducido después del debate el ranking que había antes. O bien uno de los dos se equivocó; al pensar que ya consolidó el segundo lugar sin que sea cierto y no existe peligro de caer al tercero. En ese caso, se les puede sugerir que se consigan un nuevo encuestador o encuestadora. Porque su comportamiento sólo posee sentido si uno está en segundo lugar confirmado, el otro no.En estos días veremos los números. Mi apuesta es que las encuestas preliminares de GEA-ISA Milenio se verán corroboradas por las demás: prácticamente el debate no movió los números. Y en efecto Peña ganó porque no perdió; AMLO y JVM perdieron porque no ganaron. Aunque a los twitteros les parezca muy simple. A veces las ideas simples son buenas y sobre todo son muy, muy, muy rentables.