Parece que por fin se presentará hoy la iniciativa de ley para reducir riesgos y regular el uso y el aprovisionamiento de la marihuana en el Distrito Federal. Sigue poseyendo un título incorregible e incomprensible, pero ahora sí parece que el texto dice lo que debe decir. Después de largas discusiones entre abogados, activistas, asesores, asambleístas, funcionarios del gobierno de la ciudad y hasta cuatro ex presidentes latinoamericanos -Cardoso de Brasil, Gaviria de Colombia, Lagos de Chile y Zedillo de México-, creo que la iniciativa incluye los puntos más importantes que eran indispensables, y excluye excesos de buena fe pero inviables.Es cierto que quizás no exista el consenso deseable entre todos los participantes en la confección de la iniciativa, ni tampoco en la bancada del PRD en la Asamblea, o en el gobierno capitalino. Pero lo esencial está; la clave es que permanezca, es decir, que los debates en la Comisión de Salud de la ALDF (ojalá no pase por la Comisión de Justicia) no alteren los contenidos fundamentales de la iniciativa. Sobre todo, que se mantenga el eje rector de no establecer distingos entre el uso terapéutico o para investigación de la sustancia, y el uso para otros fines (recreativos o lo que fuera).A partir del principio de oportunidad, consagrado en el artículo 21 de la Constitución, la iniciativa aplica en los hechos la llamada "Formula de Ámsterdam", es decir, otorgarle la más baja prioridad a la persecución del delito -que sigue vigente- de la venta y el consumo de marihuana. La Fórmula de Ámsterdam descansa en la idea de la tolerancia tácita de la venta y consumo de hachís y marihuana en los cafés o coffee shops en Holanda. La legislación holandesa nunca fue modificada; ambas substancias siguen siendo ilícitas y prohibidas en ese país, de corte tremendamente conservador. Pero las autoridades decidieron desde 1976 "no aplicar la ley" o si se prefiere, atribuirle una prioridad nula a la aplicación de esa ley en relación a todas las demás. Si se quiere, se hacen de la vista gorda, como con los aparadores de las sexo servidoras allí mismo, o las zonas rojas en México, o la exportación de armas de EU a México.Al referirse al aprovisionamiento, la iniciativa de ley de la ALDF también encierra la gran ventaja de no limitarse al puro consumo, sin entrar explícitamente a la venta como tal. Y al referirse a "espacios seguros de aprovisionamiento" que determinará y regulará el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA), la iniciativa asegura la separación de mercados de las distintas drogas e inicia un proceso de regulación innovador.¿Es el esquema ideal? No: el uruguayo, de Colorado o Washington son mucho más avanzados ¿Se puede ir más lejos en este momento? Probablemente no, ya que la opinión pública en la capital -y en el país- sigue muy mayoritariamente adversa. ¿Debiera acompañar la Federación al Distrito Federal por este camino y también volverse vanguardia? Por supuesto, y lo más pronto posible. En tres aspectos centrales. Primero, dejar ser (ahora que se festeja el cincuenta aniversario de la llegada de los Beatles a Nueva York). En otras palabras, no intentar bloquear, mitigar o desnaturalizar la iniciativa, tal y como fue redactada por los expertos e integrantes de la ALDF; de preferencia, incluso, que el PRI en la ALDF vote a favor. Segundo, una vez aprobada, no interponer un recurso de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte, alegando que el DF está infringiendo espacios reservados a la Federación, y seguir más bien el enfoque de Barack Obama, que decidió no demandar a los estados de la Unión Americana que hayan legalizado el uso terapéutico o recreativo de la marihuana. Tercero, modificar la Ley General de Salud para permitirle a los estados legislar en la materia, y cambiar, en el caso de la marihuana, la dosis mínima (cinco gramos: un absurdo) permitida ahora. Si todo esto sucede, Peña Nieto y Mancera podrán cosechar los aplausos de verdad que ha recibido José Mujica de Uruguay, entre muchos otros.