Hoy, que casi todas las reformas planteadas por EPN han sido legisladas, los dos partidos no gubernamentales deben decidir qué viene. No sé si el PAN logró una reforma política electoral tan profunda como merecían sus votos decisivos para la reforma energética; no sé si el apoyo del PRD a una reforma educativa más laboral que de fondo, o a una mediocre reforma fiscal, valió la pena. En cualquier caso ahora ambos partidos deben reinventar su identidad, con miras a las elecciones de 2015 y 2018, y como instrumento privilegiado para resarcir las graves heridas internas que padecen.En esta ocasión me limitaré al tema del PRD, es decir la izquierda no "pejista", cuyos límites son cambiantes y borrosos. El PRD centrará toda su menguada fuerza en lograr la realización de una consulta popular sobre el petróleo el año entrante. He insistido en varias ocasiones que para poder resolver los grandes asuntos nacionales, sobre todo constitucionales, es necesario hacerlo por la vía del referéndum. Si la condición para que haya una consulta es que el tema no importe, sería mejor tirar la reforma de 2012 a la basura. Pero una vez que se dirima el desacuerdo sobre su celebración, y sobre todo si el fallo de la Suprema Corte, obviamente presionada por el gobierno, a la vieja usanza, resulta contrario, ¿qué propondrá el PRD? Ninguna bandera es gratis, y todas arrastran inconvenientes. Sugiero 4.La primera es el tema del salario mínimo de Mancera. No sé si convenga limitar la discusión al mínimo legal o más bien ampliarla al tema salarial en su conjunto dentro de la sociedad mexicana, pero en cualquier caso no sólo se trata de una bandera típicamente de izquierda, sino de una que hoy en México es por completo válida. Si el salario mínimo y la compresión salarial desde 1983 fueron utilizadas como ancla macroeconómica por decreto, se puede elevar el salario mínimo… por decreto. Un gran número de economistas sostiene que en México es tan bajo el mínimo, que elevarlo de golpe y porrazo tendría escasos efectos inflacionarios, y en todo caso una sola vez.Segunda: las violaciones a los derechos humanos durante el sexenio pasado y en éste. El gobierno de Calderón dejó un saldo rojo como nunca antes se había visto desde la revolución. La impunidad al respecto es insólita. No ha habido un solo castigo, un solo juicio, una sola verdadera investigación, ni de desaparecidos ni de muertos ni de gente injustamente encarcelada ni del costo para el país. El PRD, salvo en Michoacán, no tuvo mayor responsabilidad en eso, y bien podría apoderarse de esa bandera que, por definición, ni el PRI ni el PAN van a tocar.Tercera: el tema migratorio, en sus dos vertientes, la migración centroamericana vía México a EU, y la mexicana a EU en sí misma. Obama ha deportado a casi 1.5 millones de mexicanos en los últimos 5 años; ahora pide que México selle la frontera y le haga el trabajo sucio. Al mismo tiempo, los flujos tanto centroamericanos como mexicanos se mantienen o crecen. Es lógico. Dos años económicos malos en México -2013 y 2014- no pueden más que desembocar en una renovada migración al norte. El gobierno y el PRI no se van a meter. El PAN no tiene mucho que decir al respecto. Ese vacío lo puede llenar la izquierda.Por último, el tema que probablemente resienta más la sociedad mexicana: la corrupción. Nadie ignora que gobiernos de los tres partidos a nivel nacional o en todo caso del DF han incurrido y solapado la corrupción. Se sabe que EPN detectó el malestar al respecto, cuando lanzó poco después de la elección su idea de una comisión anticorrupción; a dos años de distancia aún no ve la luz. Pero por razones simplemente burocráticas, el PRD tiene una ventaja sobre los otros dos partidos: no ha ocupado la Presidencia ni el gobierno federal, y por tanto no puede ser responsable de lo que haya sucedido en los últimos años y ahora. Tiene cola que le pisen, por supuesto, pero más corta y más ágil. No porque sean más honestos los perredistas, sino porque "no los han puesto donde hay".