Hay una característica en la personalidad de Jorge G. Castañeda en la que casi todos coincidimos: su extraordinaria inteligencia. Conversamos en la presentación del libro Vamos a ganar de Adolfo Aguilar Zinser, y sólo ante otro personaje, Carlos Castillo Peraza, he sentido la impresión de que estoy ante un think tank. Abruma y asombra su manejo de la información, actualizada al detalle, de lo que pasa en México y el mundo.Él mismo se considera un hombre conflicto, lo cual constituye su principal virtud, pues en cualquier posición, afecta intereses, genera cambios y busca que prevalezcan sus ideas. Para nada es un hombre aburrido, siempre hay algo en su proceder que atrae la atención. Además, al escribir sus memorias, cumple con un requisito elemental, se atreve a decir su verdad.Sería demasiado presuntuoso decir que he leído todos sus libros, me parece que ni él recuerda todos lo que ha escrito por lo prolijo de su pluma. Destaco tres obras fundamentales:1. La utopía desarmada, una poderosa herramienta para debatir con eso que se autodenomina izquierda.2. La herencia, un testimonio imprescindible para estudiar el sistema político mexicano. Si bien no dice nada nuevo, pone lo dicho en boca de sus protagonistas.3. Su último libro, una autobiografía que en realidad tiene de todo, desde la descripción de una vida peculiar e intensa, hasta un tratado de la amistad en la política, ingrediente que la torna muy vulnerable a los malos entendidos, es el caso de la relación entre el autor y Aguilar Zinser.Tres aspectos me interesa resaltar de lo escrito por Castañeda:1. Su relato sobre la política exterior de la primera administración panista. En esta materia, Vicente Fox supo distinguirse del pasado con una política proactiva en defensa de los derechos humanos, con la incorporación del tema de la migración, con una relación madura con Estados Unidos y con dos históricas decisiones, la del caso Avena en el que una corte internacional le dio la razón a México en el trato a mexicanos procesados en Estados Unidos y el voto en contra de una solución bélica en el caso Irak. Afirmo que en política exterior —“sorpresas te da la vida”—, prevalecieron las tesis humanistas del Partido Acción Nacional.2. La explicación de porqué no se avanzó más en el primer gobierno de alternancia, de acuerdo con las expectativas generadas. Fox le dio vacaciones a la doctrina panista y prevaleció su condición empresarial, administró un gobierno en lugar de ejercer un liderazgo político. En las propias palabras de Castañeda: “En la jerga del barrio, mientras le entraba a los trancazos, descontrolaba a la sociedad y al sistema político; al recobrar las características ancestrales del alma mexicana, le sacó a los trancazos y se volvió un político tradicional, ni mejor ni peor que otros que ocuparon ese cargo” (p. 424). Como ya he dicho, pudiendo haber hecho tanto nos atrevimos a tan poco.3. Por último, pero para mí lo más importante, lo que señalo en el epígrafe de este artículo: reconocer la honradez como la virtud más importante en la política. Castañeda, hombre de mucha experiencia y partícipe importante en la transición democrática mexicana, pone énfasis en que esa virtud es la que hoy más se requiere.La honradez debió haber sido la prioridad de este sexenio. Por desgracia, ha estado relegada. ¿Será posible aún que se imprima a todo el aparato estatal y a la clase política este elemental compromiso moral que nos lleva a la congruencia y al fortalecimiento del Estado de derecho? Solamente el tiempo lo dirá. Por lo pronto, se nos ofrece un libro de obligada lectura que mucho nos ayuda a comprender los tiempos que corren.