El Canciller mexicano en los primeros años de la presidencia de Vicente Fox, es un personaje que disfrutó su juventud en París, Nueva York y Princeton donde vivió a plenitud sus años de formación universitaria. Formado en el marxismo del filósofo Althusser, pronto intuyó que el mundo era mucho más rico y complejo que cualquier ideología. Ahí pudo dialogar y tejer relaciones con personas que luego habrían de enriquecer sus “amarres” a lo largo de su trayectoria profesional. En la ciudad de México sembró sus amistades de juventud que le acompañarán toda la vida protegiéndolo del vacío existencial que sufren los que no tienen amigos “del barrio”, personajes indispensables que te acompañan durante toda la existencia sin importar el resultado de sus trayectorias.Hijo de profesionales de la diplomacia, poseedores de un alto desarrollo intelectual y cultural, Jorge Castañeda Gutman gozó de un enorme privilegio al relacionarse con los amigos y colegas de sus progenitores, navegando impunemente en el gran mundo geográfico y de las ideas. Su mente se desarrolló en un ambiente inmerso en la pluralidad. Castañeda creció con el apoyo material y moral que requería su bien dotada inteligencia que no conoció severos límites o ataduras, cabalgando un temperamento inquieto a través del conocimiento dirigido por una voluntad encaminada a trascender algún día fraguando algo importante para la humanidad.“Con los intelectuales y políticos soy economista, con los economistas soy político e intelectual”, dice en uno de sus pasajes, que, oh sorpresa, platica con desenfado y humildad, casi con desparpajo. Yo lo pondría de otra manera. Al Entender de ambos campos, antagónicos para otros, desarrolló la capacidad de sintetizarlos en ideas aplicables al mundo que le toca vivir. Su capacidad de aterrizar las ideas que los intelectuales hacen flotar en el aire, él divulga con asertiva claridad el camino a seguir.Participó en dos campañas presidenciales ajenas, la primera de Cuauhtémoc Cárdenas en 1994 y la segunda de Vicente Fox en el 2000. Desarrolló un foro de ideas con líderes de Latinoamérica que fraguó en Princeton, ejercicio encomiable. Reunió a intelectuales con políticos de izquierda, centro-izquierda, centro y centroderecha para provocar el diálogo, el intercambio y abrir sus mentes a los cambios que el mundo estaba desarrollando.“¿Por qué tanta insistencia de un intelectual de izquierda como yo para ingresar a un gobierno presidido por un empresario de derecha?” apunta en la página 390. Porque encontró en la democracia, el hueco por donde pueden confluir las voluntades progresistas y él podía hacer su aportación y dejar huella en su comunidad.En la Secretaría de Relaciones, ayudado por sus infinitos contactos labrados en su juventud, logró introducir el tema de los Derechos Humanos y la democracia en la política exterior mexicana, abandonando la acartonada, anquilosada y pestilente doctrina Estrada de hipócrita respeto a las porquerías ajenas con tal y que no se metan con las nuestras. En un mundo globalizado, seguir con una miope y timorata doctrina de exclusión resulta un soberano despropósito. Planteó usar la cultura mexicana como palanca de promoción para dar a conocer lo mejor de nuestra personalidad e impulsar la buena voluntad hacia nosotros y, por ende, abrir canales para hacer más y mejores negocios. “Propongo hacer de la difusión de la cultura mexicana la piedra angular de nuestra política exterior” nos apunta en la página 439. “Es nuestra verdadera ventaja comparativa: No el petróleo o el Sol, ni las naranjas o jitomates del TLC, ni los talentos cosmopolitas de nuestros funcionarios…Nuestra vocación en el mundo, y en México, es la cultura.”Alguien que tiene esa visión, que trascendió su ideología materna, juvenil, de izquierda, para adaptarse a los cambios que el mundo requería, es alguien capaz de volar alto y mirar al fondo del horizonte en un ángulo de 360 grados, es alguien que hace…amarres de águila. Y alguien capaz de volar alto para captar el panorama completo es lo mejor me define el concepto de estadista.Se lanzó como candidato independiente a la presidencia de la república en el proceso del 2006, defendiendo su derecho constitucional, menoscabado por leyes terciarias, en tribunales nacionales e internacionales. El sistema político mexicano le cerró el paso a la candidatura que por su carácter, por su trayectoria y por su vocación, hubiese desembocado en una enriquecida presidencia, plena de dirección firme, programas bien pensados, bien diseñados y bien consensuados, plural a más no poder. Hombre enérgico, asertivo, honesto, vehemente, Jorge Castañeda hubiese sido un presidente con el que soñaría cualquier ciudadano, un mexicano universal alejado de la hipócrita y cortesana forma de hacer política, que todo lo pervierte y todo lo trastoca.“Peña Nieto…es el presidente de México más provinciano desde su paisano López Mateos. Hoy, cuando el país interactúa como nunca con el resto del mundo… nuestros presidentes…revisten cada vez menos mundo.” Nos advierte en la página 573 y su claridad nos pone a temblar.Ahora, su lucha es en contra de los monopolios y de la corrupción. “El grado de concentración y centralización…los monopolios…han representado el obstáculo más trascendente y adverso en el tortuoso camino mexicano al crecimiento y la prosperidad. El enorme precio que pagamos por ser tan injustos, tan desiguales, tan desprovistos de estado de derecho, lo pagamos con nulo crecimiento para el grueso de la población.El mayor mérito de Castañeda, donde reside su mayor aportación, aun mayor que su vehemente y asertiva honestidad intelectual, más importante aun que su enjundiosa y clara manera de ver la realidad, de su amplio criterio y de su inagotable acervo de relaciones tejidas a través de una larga vida de aventura, es su capacidad para recoger de absolutamente todo el espectro de ideas lo que puede funcionar ahora y aquí, sintetizando un proyecto de manera comprensible para ser aplicado…ya.“Ni inventamos el hilo negro, ni los candidatos a la presidencia adoptaron tal cual nuestros consejos. Sólo ordenamos las tesis que flotaban en el ambiente político intelectual, les dimos forma. Los políticos captaron que la sociedad demandaba lo que proponíamos, o mejor dicho, nosotros proponíamos lo que la sociedad demandaba.”En “La Herencia” narra de manera vibrante varias sucesiones presidenciales. En “Amarres…” nos narra una vida extraordinaria vivida a plenitud. Estoy a punto de volver a leer el libro, no sé si Jorge quisiera volver a vivir su vida, seguro que vale la pena.