Película dominguera: para verse, no para emocionarse. Así están las elecciones del domingo. Las disyuntivas clave, las que según como se resuelvan, y que nos darán una idea de qué piensa la sociedad mexicana son las siguientes.
A nivel federal, el porcentaje de votos que obtenga cada partido, más que el número de diputados federales. Si el PRI y el Verde sumados alcanzan 38.2% de EPN en 2012 o lo superan, podrán sostener con fundamento que el electorado mexicano no solo no los reprobó, sino que más bien aprueba o incluso aplaude la gestión de Peña Nieto. Si juntos suman menos de 38%, y sobre todo si el PRI suma menos de 30%, la oposición y la comentocracia podrán argumentar que al someterse a un referendo, el Presidente fue reprobado o si se quiere derrotado.
Si el PAN mejora su resultado de 25.4% en 2012, podrá decir que le fue bien; si cae por debajo de esa cifra, seguirá su declive constante desde 2009. Lo más interesante quizás sea la correlación de fuerzas entre el PRD y Morena: si AMLO logra igualar al PRD a nivel nacional, será una gran victoria suya; si, al contrario, el PRD le saca tres o cuatro puntos de ventaja, Los Chuchos y Carlos Navarrete podrán vanagloriarse de su desempeño.
A nivel estatal y municipal, dos series de dicotomías: de las nueve gubernaturas, si el PRI gana por lo menos cinco, ya sin hablar de si gana seis o siete, se tratará de una gran victoria de Peña Nieto; a la inversa, si solo se queda con tres o cuatro podrá verse la elección como una derrota presidencial. Última disyuntiva: cómo les irá a los independientes.
El más importante por supuesto, El Bronco en Nuevo León, según unas encuestas, puede ganar ampliamente; según otras, pierde. El domingo lo sabremos, no da lo mismo que gane o que pierda por un pequeño margen. Las expectativas se han elevado demasiado para que sea verosímil la proclamación de un triunfo habiendo perdido aunque fuera por dos o tres puntos. Otros casos por el estilo: Pedro Kumamoto para diputado local en Zapopan, Jalisco; Manuel Clouthier en el 5º Distrito de Sinaloa y Alfonso Martínez para la presidencia municipal de Morelia. Si los cuatro independientes más destacados, y otros más que se sumen, ganan, su triunfo habrá demostrado la viabilidad de las candidaturas sin partido y abrirá un espacio para los tres años siguientes. Si pierden no se cierra el camino, pero sí se tratará de un sendero mucho más sinuoso. Nos vemos el domingo.