Es demasiado fácil extrapolar los resultados de Reino Unido con Podemos en España, con Le Pen en Francia, con Trump en Estados Unidos o con López Obrador en México. Los lugares comunes y ciertos abundan: son países diferentes, personajes distintos, coyunturas disímbolas.
No obstante, hay algo que conviene reiterar, ya que muchos lo han afirmado en estos días. El resultado en RU proviene de dos factores: un amplio hartazgo o incluso repudio al statu quo simbolizado —de manera falsa— por la supuesta ola migratoria que inunda ya las playas de Albión, por la dictadura de Bruselas que no permite a los ingleses conservar sus usos y costumbres, y una nostalgia por el imperio perdido y la gloria destruida. Pero también pesan cinco años de austeridad, desempleo, bajos salarios y servicios públicos deficientes.
Trump es muy parecido: “Make America great again (Que EU vuelva a ser grande)”. Apela a los peores sentimientos de la gente: el miedo a lo externo (vía migrantes, importaciones y desplazamiento de empleos a otros países), el consiguiente racismo, el simplismo y el resentimiento contra “las élites” y la añoranza de una edad de oro. También conecta con el justificado hastío frente a una situación económica y social en pleno deterioro, caracterizada por la creciente desigualdad a pesar del retorno al crecimiento.
Hay nuevos empleos y la desocupación ha bajado, pero los salarios son menores que antes. El traslado a China y a México de puestos de trabajo resuena con la gente: se entregan a personas que ganan diez veces menos.
Podemos-Izquierda Unida es la otra cara de la misma medalla. Reverbera con la juventud exasperada, con los condenados al paro para siempre, con años de austeridad a la alemana. Su chavismo contra natura le da un toque exótico, pero no lo suficiente para crecer: a la alianza con IU le va peor que en diciembre.
El drama es que en países como éstos, mientras no haya alternativas al statu quo más que éstas, ganarán éstas. Lo existente no vende. Con razón. Y eso nos lleva a nuestro maltrecho México. La única manera de leer los resultados de las elecciones del 5 de junio y de las encuestas subsiguientes es que la sociedad mexicana desea fervientemente un cambio en el statu quo, pero no sabe cuál. El rechazo al PRI es enorme; el apoyo al PAN, circunstancial y tenue; la debacle del PRD, patente; el ascenso de Morena, indiscutible.
Si la única alternativa al detestado y detestable statu quo es que AMLO gana, será por razones parecidas a EU y RU: miedo al mundo, nostalgia por Echeverría y López Portillo, ira con un presente inaceptable. Si es difícil pedirle a los norteamericanos hartos con el establishment que voten por Clinton o a los ingleses que sufraguen por Bruselas, tampoco Osorio Chong, Zavala de Calderón o Mancera representan una alternativa viable. Faltó otra opción en Reino Unido y en EU. Ojalá aparezca en México.