Jorge G. Castañeda
En principio, este lunes deben publicarse los lineamientos detallados de la postura del Ejecutivo norteamericano, tal y como se los comunica al Poder Legislativo, para renegociar el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte con México y con Canadá. No es imperioso que así suceda, pero existe la esperanza en muchos círculos en México y en Estados Unidos (EU) de que así sea. Asimismo, en los próximos días se supone que también se publicarán en el Diario Oficial estadounidense (Federal Register) las directrices emitidas desde febrero por la Secretaría de Seguridad Interior (Homeland Security) sobre las nuevas facultades de deportación por parte de esta misma dependencia y sus agencias. En lugar de que sólo puedan deportar por la vía expedita a quienes lleven menos de 14 días en EU, o que hayan sido detenidos a menos de 100 millas de la frontera con México o Canadá, podrán hacerlo ya en cualquier parte del país, y a todos aquellos que no puedan comprobar que llevan por lo menos 90 días en EU aunque sea sin papeles.
La pregunta es si ambos temas tienen algo que ver el uno con el otro, y si México debe proceder en los hechos como lo ha venido haciendo, por desgracia, como si se tratara de pistas paralelas, sin mayor vínculo entre una y otra. A pesar de que el presidente Peña Nieto afirmó desde principios de enero que México buscaría una estrategia integral en la negociación con el presidente Trump, en los hechos no ha sido así. Se ha negociado, por un lado, el tema del Acuerdo del Libre Comercio, y por el otro, se ha dicho que la cooperación mexicana en materia migratoria centroamericana, de seguridad, de guerra contra el narco y de aceptación de deportaciones, sí se podría ver limitada en caso de que el posicionamiento de EU en materia comercial fuera excesivo. Son dos posturas: o la enchilada completa o las rebanadas de salchichón.
Ha sido un error mexicano aceptar este paralelismo. Decir que sólo cuestionaremos, y en su caso reduciremos o suprimiremos la cooperación en todos los ámbitos si y sólo si las posturas en el ámbito comercial son perniciosas para México, es resignarse a que efectivamente lo sean. EU va a plantear sus exigencias, cualesquiera que sean, y ver si México efectivamente se atreve a dejar pasar a los centroamericanos. En lugar de que dejemos pasar a los centroamericanos nosotros y ver si EU se atreve a imponernos restricciones voluntarias de exportaciones. Esta estrategia probablemente no va a cambiar, es la que el gobierno ha decidido, seguramente después de mucha reflexión, y probablemente más a raíz de las preocupaciones del destino personal del presidente Peña Nieto después de que salga del gobierno que de los intereses nacionales.
Ahora bien, resignándonos a ello, hay varias cosas que el Estado mexicano sí puede plantear en este conjunto de temas. La primera es que, una vez publicadas las directrices en el Diario Oficial, es factible ponerlas en tela de juicio ante el sistema judicial norteamericano. A partir de que entren en vigor, y que efectivamente alguien sea deportado con estos nuevos lineamientos, se puede cuestionar el procedimiento por faltar al debido proceso. Sobre todo si se viene una aceleración brutal de las deportaciones, como se espera, y con mayor razón se empiezan a violar las normas del dicho debido proceso. Esto le facilitaría mucho la tarea a las organizaciones en EU que defienden los derechos de los indocumentados. México puede, desde ahora, empezar a canalizar fondos directamente a esas organizaciones, y en particular a dos de ellas: la American Civil Liberties Union (ACLU), y la American Immigration Lawyers Association (AILA) para que encuentren los mejores casos posibles para generar jurisprudencia ante la falta del debido proceso.
Por otro lado, es urgente que México ya tenga una postura propia ante EU sobre el tema de los mexicanos que carecen de documentos, y sobre los flujos futuros de mexicanos que seguirán yéndose a EU. Las recomendaciones que publicó la comisión encabezada por Ernesto Zedillo y el exsecretario de comercio de George Bush, Carlos Gutiérrez, hace varios meses, es un camino a seguir. Lo ideal sería incluir en una misma propuesta mexicana tanto la legalización de los indocumentados como la apertura de una puerta en el muro para los flujos futuros de trabajadores temporales, y un camino hacia la permanencia para ellos y hacia la ciudadanía norteamericana para los primeros.
No sé si algo de esto vaya a suceder, obviamente ninguna de estas propuestas tendría éxito en el corto plazo. Algunas propuestas deben reflejar la ambición de un país, su sentido ético y la defensa de sus nacionales o de otros valores cualesquiera que sean las posibilidades de éxito. Si no, todo se volvería un asunto de probabilidades que se pueden calcular. A menos de que uno se equivoque.