Sabremos en estos días si como decisión definitiva, o como instrumento de negociación, Margarita Zavala de Calderón opta por renunciar al PAN y realizar el primer trámite necesario, antes del domingo, para ser candidata independiente a la presidencia. Sabremos también cuál será la postura de Rafael Moreno Valle ante el dilema del método que utilice el Frente opositor para escoger a sus candidatos: para la presidencia, nueve gubernaturas, el Senado, la Cámara de Diputados y para un buen número de importantes presidencias municipales o alcaldías. Pero ya podemos proponer cuál debe ser el criterio más adecuado para escoger el método: en mi opinión, lo que resulte ser más conducente a consolidar el Frente y llevarlo, en su caso, a la victoria en las elecciones del año entrante.
Elevar el criterio de designación de candidatos a un valor universal o una discusión académica es un despropósito. No es más democrática la vía de la elección abierta, que la de la encuesta, la del consenso entre dirigentes de partido, y en su caso algunos más; no es más transparente cualquiera de estos métodos o combinatoria de los mismos que alguno de ellos en lo individual. Todo depende, en primer lugar, de qué se entiende por elección abierta, por encuestas, por consenso. Pero, sobre todo, ¿qué se desea? Darle prioridad al método pensando o argumentando con maña que éste legitima el desenlace, y que un desenlace procedente de un mal método en automático se deslegitima, no hay tal. Lo que debe haber es el criterio de lo más eficaz para ganar. Para eso son las elecciones.
Es evidente que distintos candidatos generan distintas adhesiones o rechazos al Frente, entre los dirigentes de partidos, en el seno de la sociedad civil, entre los empresarios, y sobre todo entre los votantes potenciales de Acción Nacional, del PRD y de Movimiento Ciudadano. Así, es obvio que si Zavala de Calderón fuera la candidata del Frente, aún ganando de buena lid en una elección abierta, transparente y con cancha pareja, un gran número de votantes, si no la totalidad, del PRD, probablemente de MC, e incluso tal vez del activismo cívico, sencillamente no votarían por ella. La tesis según la cual están obligados a hacerlo porque fue seleccionada mediante un procedimiento democrático es absurda. De la misma manera, si fuera ése el método y ganara Rafael Moreno Valle, lo mismo sucedería, aunque no necesariamente entre los mismos. Más bien podrían ser un buen número de votantes panistas y sin duda la inmensa mayoría de los integrantes formales o informales de las organizaciones de la sociedad civil se negarían a votar por él.
A la inversa, si hay un método de consenso, y la candidatura queda en manos ya sea del presidente actual del PAN, ya sea de una persona ajena a cualquiera de los tres partidos, es muy probable que el sector calderonista del PAN haría un trabajo de brazos caídos, o incluso, aunque yo lo dudo, de ruptura con el PAN y de apoyo tácito o explícito al candidato del PRI. Dependiendo del candidato no partidista, lo mismo podría suceder con votantes del resto de Acción Nacional o del PRD.
De la misma manera que no hay un método mejor per sé que otro, no hay candidato(a) presidencial o a la CDMX del Frente que no tenga pros y contras, que no gane donde uno de los posibles puede morder votos en un ámbito, pero perderlos en otro, y donde otro haga lo mismo, en otro ámbito. No hay método ni candidato perfecto.
Por eso sostengo que el mejor método es el que sea más conducente a la victoria, es decir, que cueste menos en términos políticos y aporte más, también en términos políticos y electorales. Entre la salida de lo que queda del calderonismo dentro del PAN, o el derrumbe del Frente, o el escurrimiento masivo de votos de izquierda potencialmente del Frente hacia AMLO, pienso que la primera opción, sin ser deseable, es menos nociva que las otras dos. Éste es el fondo de la discusión, y de la decisión que deberán tomar en estos días los dirigentes del Frente opositor así como los sectores de las OSC, del empresariado y de la llamada intelectualidad que se identifican con él de alguna manera.