Jorge G. Castañeda
La propuesta de seguridad de Andrés Manuel López Obrador tiene, por el menos en parte, el mérito de existir. Contiene una buena dosis de lugares comunes, otra de demagogia –a menos de que sus ideas de amnistía y diálogo se desglosen y se definan con mayor precisión– y unos elementos interesantes, aunque abstractos. Entre ellos destaca la creación de una Guardia Nacional que englobaría –o no– a todas las policías, al Ejército y a la Marina.
Junto con la (re)creación de la Secretaría de Seguridad Pública, cuyo creador, Alejandro Gertz, afortunadamente pertenece al Consejo Asesor de AMLO, la Guardia Nacional puede ser el primer paso –confuso– hacia la creación de una policía única. Implican ambas la separación de las funciones policíacas de las funciones políticas de la vieja Secretaría de Gobernación, vueltas (o volvidas) a ser fusionadas bajo Peña Nieto, después de que Fox con razón las separó. Si todas las corporaciones se funden en una estructura de Guardia Nacional y se “policisan” los integrantes castrenses, en lugar de militarizar a los policíacos, se habrá avanzado algo.
En alguna reseña de la presentación de López Obrador, leí que sugería la cifra de 350 mil miembros de la Guardia. De ser así, supongo que una buena parte de los elementos de la Defensa y de la Marina se integrarían a la misma, junto con la Policía Federal, y quizás algunas policías municipales o estatales que sirvan (CDMX, Yucatán…) Como de cualquier manera deberá mantenerse la existencia, aunque fuera mínima, de las FFAA, como un estamento aparte, contaríamos con un pequeño Ejército, una Policía Federal única y numerosa, y habríamos suprimido a la enorme cantidad de policías municipales o estatales, prácticamente todas inservibles.
No sé si AMLO tenga conciencia de lo que propone. Implica admitir que todas las tonterías que se han dicho sobre el fortalecimiento de las fuerzas municipales o estatales, o sobre la irresponsabilidad de los gobernadores al no asumir sus… responsabilidades. Si fuéramos serios, no repetiríamos las mismas mantras sin preguntarnos por qué no se ha podido lograr lo que se ambiciona. ¿Por qué no sirven las policías municipales? ¿Qué tendría que cambiar para que funcionaran? ¿Por qué los gobernadores no hacen su chamba? ¿Qué tendría que cambiar para que la hicieran?
En cambio, transitar hacia una policía nacional única, como muchos hemos propuesto desde hace más de diez años, por lo menos encierra la ventaja de explorar algo nuevo. Es obvio para todos que todo lo hecho hasta ahora no ha funcionado. También debiera ser evidente que lo disfuncional es el andamiaje institucional mexicano, simulador de un falso federalismo en un país donde lo que marcha bien es lo nacional. Entonces plantearse la posibilidad de reestructurar las instituciones de seguridad civil y militar no es necesariamente un mala idea, aunque no sepa yo, por lo menos, exactamente que entiende AMLO por ello.
Sobre la amnistía y el diálogo propuestos por López Obrador, confieso que no acabo de entender. ¿Amnistía para los campesinos si dejen de sembrar amapola o mariguana, o para que sigan cultivando? ¿Diálogo con capos para que se entreguen, o para que se dediquen a lo suyo –el narco– y no a lo ajeno –extorsión, ordeña, secuestro, etc.? Cuando nos explique, habrá que tomar en serio las “ocurrencias” de AMLO, para descalificarlas, o para entenderlas y juzgarlas.