Jorge G. Castañeda
No entiendo la discusión sobre quién ganó en Chihuahua: ¿Corral o el gobierno? Para mí es obvio que ganó Corral de buenas a primeras. Si uno retoma su narrativa –y yo la hago mía– es muy sencillo. Primero, detiene a Alejandro Gutiérrez, a quien acusa de desvío de recursos a favor de la campaña del PRI de 2016. Segundo, el gobierno ejerce represalias al suspenderle la entrega de 700 millones de pesos previamente pactados, el 14 de diciembre. Tercero, Corral exige ese pago y que se acelere y se transparente la solicitud de detención provisional para fines de extradición de César Duarte, prófugo en Estados Unidos. Cuarto, inicia su caravana para presionar al gobierno federal para que todo esto suceda. Quinto, el gobierno lo acusa de torturar a Gutiérrez, y los abogados de este último interponen un recurso al respecto. Sexto, la FEPADE busca también interponer una demanda contra Alejandro Gutiérrez por violación a la ley electoral, lo cual se volvería un delito del fuero federal, lo cual podría llevar a que fuera trasladado a la Ciudad de México.
He aquí la secuencia de hechos. ¿Cuál es el desenlace? Uno: la represalia desaparece. El gobierno acepta entregar el dinero a Corral. Dos: Alejandro Gutiérrez sigue preso, pronto en una cárcel federal, sujeto a un proceso que no ha cambiado en un ápice. La única diferencia radica en el hecho de que ahora va a enfrentarlo en una prisión federal pero con un juez estatal, en Chihuahua, y sólo en Chihuahua. Tres: en teoría se acelera y se transparenta la solicitud de detención provisional con fines de extradición de César Duarte a Estados Unidos, con coadyuvancia del gobierno de Chihuahua (si escoge mal Corral a quien le encargue el asunto, es harina de otro costal). Cuatro: la caravana siguió hasta la Ciudad de México, donde concluyó triunfal. Cinco: Corral se desiste de la demanda –válida– con la Secretaría de Hacienda por discrecionalidad en la entrega de recursos, pero mantiene la del estado de Chihuahua contra la Ley de Seguridad Interior.
No entiendo qué parte sugiere que perdió Corral y ganó el gobierno. A menos de que haya una falta de estudio del tema, una antipatía previa –que se vale, por supuesto, aunque no sea la mía– o que haya, en algunos casos desde luego, una mala fe insólita, incluso para criterios mexicanos. A la pregunta que Corral nos formuló a varios de sus amigos desde que comenzó su negociación con el secretario de Gobernación ¿Y si no cumplen? la respuesta siempre fue evidente. Por supuesto que este gobierno no tiene palabra, por supuesto que hará todo lo posible por no cumplir, y por lo tanto no debe retirar su demanda contra la SHCP ni entregar a Gutiérrez hasta que el gobierno cumpla. Pero Corral no se cuece al primer hervor.
¿Se negoció la libertad de Gutiérrez contra los 900 millones de pesos? Cuando veamos a Gutiérrez en la calle, hablamos. ¿Se negoció el proceso contra Gutiérrez por desvío de recursos contra la extradición? Lo sabremos cuando se desista la Procuraduría Estatal de Chihuahua de dicho proceso. ¿No habrá nunca extradición, ya sea porque hagan trampas la PGR y la SRE, ya sea porque Estados Unidos la niegue, a raíz de los susurros de la Cancillería? Tal vez, pero igual Duarte no estaba en México antes, ni había solicitud ni voluntad pública de enviarla.
Que me perdonen unos y otros: los partidarios de Corral no tenemos que demostrar que el gobernador ganó. Sus malquerientes o escépticos deben demostrar, no pronosticar, que perdió. La bola –es decir, la carga de la prueba– está en su cancha.