Jorge G. Castañeda
La rebelión en la Policía Federal podría ser el reto político más importante del gobierno de López Obrador. El pequeño detalle es que afirmamos lo mismo cada semana a propósito del “flavor of the week”, y casi siempre con razón. Este gobierno ha mostrado, como ninguno antes, un talento para crear repetidamente problemas de innegable envergadura. Comenzamos a ver como parte de la nueva normalidad el que se presenten desafíos insólitos casi todos los días.
Es cierto que éste parece mayor. Junto con el estancamiento económico, la corrupción y la desigualdad, la inseguridad es el tema de gobierno que más afecta a la gente. La única propuesta del régimen, al cabo de años de campaña y de doce meses de mandar, ha sido la Guardia Nacional. La rebelión en la PF constituye un torpedo debajo de la línea de flotación de esa Guardia Nacional.
Desde 2004 he sido partidario de la creación de una policía nacional única. Viví o vi los esfuerzos –tardíos– de Labastida y Zedillo, los de Gertz y Fox –insuficientes–, los de García Luna y Calderón –ambiciosos y corruptos–, y prácticamente nulos de Osorio Chong y Peña Nieto. No me disgusta la idea de una guardia nacional, si se tratara de una policía nacional civil que sustituyera a las irremediablemente inútiles fuerzas estatales y municipales. No me espanta la sugerencia de López Obrador de desaparecer al Ejército y sustituirlo con una guardia nacional potente y civil, a la costarricense o panameña (impuesta por Bush padre). Por tanto, no cuestiono al actual gobierno en esta materia por el fondo del asunto.
Pero su ineptitud, su precipitación y sus compromisos internacionales han dado al traste no con una buena idea –el término es excesivo– pero sí con una alternativa administrativa, no estratégica, interesante. Ese es el peligro mayor que subyace a las protestas, las tomas de instalaciones, los bloqueos de carreteras, y las manifestaciones públicas de descontento.
Siempre fue una mala idea fundir a la PF con el Ejército y la Marina bajo la férula o hegemonía de la Sedena. La tesis original de Zedillo, Fox, Calderón y Peña, a saber, transferir efectivos de las Fuerzas Armadas en mayor o menor número a la corporación civil para acelerar su creación, consolidación y crecimiento, era mucho más sensata. Hoy, al encontrarnos con un Presidente fascinado por los militares, quiere que hagan todo y que todo el mundo se les subordine. Los policías federales, con sus innegables defectos y vicios, no quieren. La pregunta es, ¿quién querría?
La PF es tratada, según filtraciones y declaraciones públicas de funcionarios y del propio AMLO, con la punta del pie por los militares. Se les buscaba imponer condiciones laborales, de desempeño, de seguridad y de mando, humillantes e inferiores a las que disfrutaban, con o sin razón, antes de la 4T. Se les manda a misiones improvisadas, mal concebidas y casi imposibles, como cazar migrantes centroamericanos en todo el sureste y la frontera norte. Deben realizar estas faenas en condiciones que ellos mismos han denunciado como indignas e inaceptables. Se les responde que son fifís acostumbrados a alojarse en hoteles Holiday Inn. ¿Qué esperaban?
Ahora bien, convendría que además de lanzar acusaciones inverosímiles y absurdas, Durazo explicara algunas cosas. Por ejemplo, si se han despachado a 21 mil guardias nacionales para cumplirle a Trump (6 mil al sur-sureste, 15 mil en la frontera norte), y los 37 mil efectivos de la PF no sirven, y del Ejército y la Marina, por ahora, sólo se incorporarán unos 18 mil policías militares y navales, ¿cómo cuadran las cuentas?
Por ejemplo, si el traslado a la GN es voluntario, y pocos policías federales, por corruptos, egoístas o sensatos, rechazan las magníficas oportunidades que se les brindan si no les gusta la GN –migración, protección federal, etc.–, ¿se les va a liquidar a todos conforme a la ley? ¿Incluyendo a los que tengan ya 20 años de servicio? ¿Ya se conoce el impacto fiscal de esta opción? ¿O se les va a hacer de chivo los tamales y pagarles su indemnización en función de los nuevos salarios y a dos años y medio sin intereses, como el fondo de retiro de los despedidos del sector público?
No era previsible para mí que un costo adicional de la rendición ante Trump fuera la rebelión en la PF. Pero allí está. ¿Sigue siendo una gran idea haber entregado todo a cambio de evitar aranceles?