Nota del editor: Jorge G. Castañeda es colaborador de CNN. Fue secretario de Relaciones Exteriores de México. Actualmente es profesor de la Universidad de Nueva York, y su libro más reciente es “America Through Foreign Eyes”, publicado por Oxford University Press. Las opiniones expresadas en esta columna son solo del autor.
(CNN Español) — Las cifras de detenciones en la frontera entre México y Estados Unidos publicadas hace unos días por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés) revelan un cambio de tendencia altamente significativo como se ha dicho en muchas ocasiones, estas cifras no indican el monto de personas que entran a Estados Unidos sin papeles, ya que un número importante ingresa sin ser detenido y deportado. Tampoco reflejan el total de personas detenidas, dado que algunas pueden ser arrestadas varias veces al intentar cruzar la frontera en múltiples ocasiones. Pero nos dan una buena idea de lo que sucede.
Las cifras de junio revelan tres cambios importantes que comenzaron en abril. En primer lugar, por primera vez desde mediados de 2019, la tendencia es claramente ascendente. Después de una cierta tendencia al descenso, en junio la cifra fue 40% superior a la de mayo que a su vez estuvo 36% por encima de abril. Todo indica que la brutal contracción económica en México a partir de mediados de marzo debido a la pandemia del covid-19 contribuyó de manera importante a este aumento. De confirmarse esta tendencia en los meses que vienen, y al acercarse las elecciones presidenciales en Estados Unidos, nos hallaremos ante una posible nueva crisis migratoria entre los dos países.
En segundo lugar, y a diferencia de lo sucedido desde finales de 2018 y en todo 2019, más del 95% de los adultos solos que son detenidos por las autoridades estadounidenses son mexicanos.
Desde hace un par de años, la mayoría de los migrantes interceptados eran centroamericanos, aunque la nacionalidad individual con mayor número de detenidos seguía siendo la mexicana. Seguramente como resultado de las políticas punitivas, restrictivas y disuasivas puestas en práctica por el gobierno mexicano y que le fueron impuestas por el de Estados Unidos, la cifra de migrantes centroamericanos ha disminuido.
Sin embargo, el corolario de esta tendencia es que para las autoridades mexicanas va a resultar más difícil impedir la salida de ciudadanos mexicanos que de centroamericanos. No es sencillo utilizar al Ejército para prohibir por la fuerza el movimiento y la circulación de nacionales.
En tercer lugar, la información proporcionada por DHS muestra cómo se ha producido un cambio en estos meses en el tipo de migrante detenido. Si hasta marzo se trataba -sobre todo- de familias enteras con menores de 18 años, ahora la mayoría de los arrestados son varones, mayores de edad y sin familia. Esto de nuevo subraya la “remexicanización” de los flujos migratorios, ya que tradicionalmente, el perfil del migrante mexicano era ese: hombres solos, más bien jóvenes, pero no menores de edad.
¿A qué se le puede atribuir esta incipiente transformación, y qué tan duradera puede resultar? Es probable que el proceso haya arrancado a finales del año pasado, incentivado a la vez por la recesión económica de 2019 en México, sobre todo del segundo semestre, y por el auge más largo de la economía de Estados Unidos en décadas. A partir de abril, la hecatombe económica en México tal vez aceleró la tendencia, y el cierre escalonado de la economía del país norteamericano no la detuvo. Si la apertura de la economía de Estados Unidos se mantiene y la caída en México persiste, es muy probable que la tendencia siga. Seguramente no alcanzará los niveles de principios de este siglo, pero no será despreciable. Esperemos reacciones de diversos círculos estadounidenses en los próximos tiempos.