La discusión sobre las explicaciones posibles de la debacle opositora y de la victoria aplastante del oficialismo va a durar una eternidad. Primero, porque las razones abundan. Segundo, porque hacen falta datos, que aún no llegan, y comenzarán a aparecer en los días y semanas que vienen. Y tercero, porque hay algo en juego: no se trata de un simple ejercicio académico.