El 2010 puede ser peor Jorge G. Castañeda23 Jul. 09 La semana pasada el Coneval publicó, a partir de la última encuesta Ingreso-Gasto del INEGI, su cálculo sobre la evolución de la pobreza en México en los dos primeros años del actual sexenio. Lo hizo a partir de las tres definiciones que rigen en México, a saber: la pobreza alimentaria, la pobreza de capacidades y la pobreza de patrimonio. En los tres casos aumentó el porcentaje de mexicanos que se encuentran en esa situación: en pobreza alimentaria (un equivalente aproximado de pobreza extrema) subió de 13.8% a 18.2%; en materia de pobreza de capacidades -que incluye también la alimentaria- pasó de 20.7% a 25.1%, y la pobreza de patrimonio -que incluye las dos anteriores y que es, más o menos, la pobreza a secas- subió de 42.6% a 47.4%. En los tres casos se produjo un aumento importante y sorprendente.Importante porque se trata de una inversión de tendencia y porque no involucra cambios pequeños, sino significativos. Y es sorprendente porque la situación económica interna del país no justifica esa evolución. Conviene recordar que en 2006 (la encuesta fue levantada a mitad de año) se tuvo un crecimiento económico elevado (4.8%); en el 2007, siendo menos bueno que el año anterior, el aumento del PIB fue de 3.3%; y en 2008 el PIB en efecto sólo creció en 1.3%, pero la desaceleración se concentró en el segundo semestre. Las explicaciones que ofrecieron los expertos convocados por Reforma hace unos días son perspicaces y pertinentes, pero no necesariamente abarcan el problema del por qué ahora.Recordaré que a partir de la crisis del 95, que llevó la pobreza alimentaria al 37.4%, hasta 2006 cuando alcanzó su mínimo histórico de 13.8%, la tendencia había sido a la baja. Lo mismo sucedió con el indicador más amplio, la pobreza de patrimonio, que pasó de 69% en 96, a 42.6% en 2006. Además, para todos fines prácticos, los programas para combatir la pobreza desde 1996 a la fecha son muy parecidos, aunque se han agregado algunos nuevos y se ha ampliado la cobertura de los previos: Oportunidades, Seguro Popular, 70 y más y Embarazo Saludable. ¿Qué pasó?Podemos aventurar, sin ninguna autoridad para hacerlo, una doble hipótesis. Cuando el finado José Gómez de León y Santiago Levy diseñaron Progresa, nunca lo concibieron como un programa de combate a la pobreza aquí y ahora; su propósito era, a través del capital humano -educación, salud y alimentación para los niños- cercenar el vínculo transgeneracional de la pobreza. Sabían muy bien que, salvo el empleo y sólo en casos aislados, no era posible sacar a los adultos pobres de hoy de su pobreza de hoy. Pero, en cambio, sí se puede sacar a las hijas y los hijos de los muy pobres de hoy, de la pobreza de mañana. Las evaluaciones sobre Oportunidades han mostrado que en México y en Brasil (Bolsa Familia), los adultos tienden a permanecer en el infame "poverty trap" o por debajo, e incluso prefieren esa situación para mantener el estipendio del gobierno. Todavía no hay evaluaciones robustas sobre la transmisión o no de la pobreza, de generación a generación: objetivo original de estos programas.Es posible que ahora los efectos indirectos de Oportunidades para combatir la pobreza extrema tiendan a desaparecer, y que sólo hayan sido un efecto colateral positivo. Pero, sobre todo, si sabemos que Oportunidades no servía para eso, entonces una parte más importante de los avances del último decenio provienen de otros factores, y en particular de las remesas. Es posible que lo que más contribuyó de 1996 a 2006 a reducir las tres pobrezas en México fue la estabilidad económica, el mediocre pero sostenido crecimiento y las remesas. Se agotó la inercia de la estabilidad y del crecimiento raquítico, y se redujeron las remesas -y sin que hubiera una devaluación sino hasta después de la encuesta 2008. De ser así, y ahora sí con un decrecimiento espectacular de la economía, aguas: la encuesta del 2010 puede resultar horrorosa. correo electrónico: jorgegcastaneda@gmail.com