Sobre el narco

Aprovecho este espacio para reagrupar y responder algunas de las dudas que diversos amigos han formulado, más bien en privado, en torno a ciertas tesis del libro de El narco: la guerra fallida, que con Rubén Aguilar publicamos hace unas semanas. Una primera fuente de discusión ha sido la "pureza" de los datos que damos a propósito del no incremento del consumo de drogas en México, el no incremento de la violencia en México hasta finales del 2006, y sobre el número de ejecuciones vinculadas al narcotráfico a partir del 2007. En los tres casos, en efecto, las cifras pueden parecer sorprendentes, contraintuitivas y selectivas. Sin embargo, de ser cierta dicha apreciación, resultaría sumamente fácil para el gobierno aclararlas; si no quiere hacerlo de manera directa ni explícita para "no hacernos el caldo gordo", bien podría proceder a través de comentócratas afines dándoles acceso a los números que demuestran lo contrario: el consumo sí ha aumentado; la violencia, para finales del 2006, cuando se declaró la guerra al narco, también había aumentado; y que las muertes contabilizadas por los ejecutómetros de los medios no suman las cifras estratosféricas que señala el libro. Al día de hoy el gobierno no lo ha hecho.Otros colegas, o amigos funcionarios, han sugerido que existen otros datos igualmente duros que los nuestros, sobre otros aspectos de la guerra que omitimos y que tienden a darle la razón al gobierno. Se refieren, principalmente, a las estadísticas de resultados y en particular a los decomisos, los detenidos y la pulverización de los cárteles. Sin querer insistir demasiado, conviene reproducir dos datos divulgados después de la publicación del libro y que contribuyen a esclarecer este cuestionamiento. En Milenio, el 14 de noviembre, apareció un informe de la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la PGR, entregado a través de una solicitud de transparencia, que afirma: entre enero del 2007 y septiembre 2009 se registraron 226 mil 667 personas arrestadas relacionadas con el narcotráfico, de las cuales el 75 por ciento han sido ya liberadas; los estados que concentran el mayor número de arrestos -Jalisco, Baja California, Guanajuato y el Distrito Federal- son también aquellos donde se ha producido la mayor cantidad de liberados. Me parece que incluso los logros más espectaculares del gobierno empalidecen frente al resultado final revelado por el propio gobierno. Claro, el gobierno destaca los 60 mil detenidos no liberados; pero no hay garantías de que con ellos no suceda lo mismo que con los otros 170 mil.Asimismo, en cuanto a la contratesis de que el tema del éxito de la guerra es la creciente participación de delincuentes -con base en el narco- en el negocio de los secuestros. Más allá de los argumentos lógicos que abundan contra este supuesto, ahora hay datos interesantes. Un estudio del Consejo para la Ley y los Derechos Humanos, reseñado por la prensa a finales de octubre, dice que "se puede afirmar que el 90% de los casos no tenían nada que ver con operaciones del narco o de algún otro grupo criminal, sin embargo, las autoridades locales y federales suelen asumir que por ser un levantón (o secuestro) las víctimas están relacionadas con el narco y por lo tanto no hay mayor interés en investigar".Por último, hay quien detecta una extraña coincidencia entre los cuestionamientos a la estrategia calderonista, como El narco: la guerra fallida, con el escepticismo ante ella derivado de ciertas declaraciones recientes de altos funcionarios del gobierno de Obama. Es difícil rebatir prejuicios conspirativos o datos no correlacionados, pero sí podemos limpiar el expediente. El gobierno de Estados Unidos puede ser cada vez más audaz y explícito al opinar sobre lo acertado de la estrategia con la que se combate el narco, y es posible que piense que la guerra es el camino a seguir, así como la manera en que se debe seguirlo. Rubén Aguilar y yo pensamos que no es el camino. Punto. Más claro, ni el agua. www.jorgecastaneda.org; jorgegcastaneda@gmail.com

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