Construir el futuroDiscutir es comenzar a construir. Pero cuando discutimos en torno a una propuesta concreta, las posibilidades de generar ideas se vuelven más tangibles.Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín escribieron en la revista Nexos de noviembre un provocador ensayo, titulado Un futuro para México, donde invitan a este país a entrarle en serio a las reformas y las decisiones que el país requiere (el ensayo se puede ya comprar como libro con el mismo título, editorial Punto de Lectura). Ellos, dos intelectuales que no necesariamente piensan igual, hicieron el esfuerzo por poner en blanco y negro las que consideran como principales taras de este país y cuál sería, en términos generales, una ruta para construir un futuro. Jorge y Héctor parten de dos hipótesis: la primera es que éste es un país con mucho más pasado que futuro. En términos prácticos esto se demuestra en que dedicamos muchos más tiempo, esfuerzo, tinta y neuronas a discutir el pasado que a pensar el futuro. Por lo mismo, somos un país lleno de atavismos y en el que hemos hecho de la historia oficial una especie de religión. El laicismo a la mexicana evitó que nos convirtiéramos en una país fundamentalista en términos religiosos, pero el nacionalismo revolucionario inventó el fundamentalismo histórico que nos impide, siquiera, plantear ciertos temas sin ser acusados de blasfemos a la patria.La segunda hipótesis es que logramos sacar al PRI de Los Pinos, pero no de nuestras mentes. La cultura política no cambió, seguimos siendo los mismos mexicanos, con las mismas ideas, con los mismos vicios, queriendo habitar un andamiaje moderno. El resultado es una democracia sin demócratas, una democracia de forma en mentes que, entre otras cosas, no están abiertas a debatir.La propuesta de Aguilar y Castañeda es romper con este viejo esquema y comenzar a debatir qué país queremos para la próxima generación en cinco ejes fundamentales: crecimiento económico, nuestro papel en el mundo, el bienestar de los mexicanos, la educación y la democracia. A partir de ellos, los autores plantean una serie de reformas que consideran, deberán moldear la discusión política de cara al 2012. No se trata de estar de acuerdo, sino de comenzar una discusión seria y productiva. Tomémosles la palabra.