Qué va a quedar de esta fiesta en la Riviera Maya?, le pregunté al ex canciller Jorge Castañeda. “Es una clásica latinoamericanada que no va a ningún lado”, respondió. “Quedará en la retórica, el mariachi y algún poema de Pablo Neruda y Gabriela Mistral”.Seguramente Castañeda acertará. Ayer mismo, el presidente Felipe Calderón achicó la aparatosa nota del lunes sobre la formación de un organismo latinoamericanista sin la sospechosa participación estadunidense. El nuevo grupo, dijo, “no representa y no debe representar ninguna amenaza ni motivo de preocupación para nadie, porque seguiremos participando en la ONU y la OEA”.Latinoamericanada entonces. Pero quedan las sensaciones y las imágenes. Como en pocos lugares, Calderón se vio a sus anchas en medio del dictador Raúl Castro, el gorilón Hugo Chávez, el impresentable Daniel Ortega, el ultramontano Evo Morales, la antiimperialista Cristina Kirchner.Feliz en el frente antiyanqui. En la Riviera Maya terminó de morir la diplomacia Castañeda-Fox, que prometía, tras un inevitable momento de tensión, ventajas geopolíticas para México. Y, sobre todo, consistencia.¿A cambio de qué somos ahora amigos de Chávez, los hermanos Castro y el resto del club de “izquierda”? A cambio de que Chávez no le miente la madre a Calderón, La Habana no divulgue conversaciones privadas, Buenos Aires no haga un tango.Venezuela confisca empresas mexicanas, Argentina y Cuba cancelan vuelos cuando México necesita un guiño de solidaridad. En fin. Que Washington espere, porque a Calderón le encanta el “salgo a caminar, por la cintura cósmica del sur”.Así es que, “canta conmigo canta, hermano americano, libera tu esperanza, con un grito en la voz”.