En febrero publiqué un artículo titulado Generación del NO. Recibí comentarios generosos que son la primera señal de que alguna línea toca fibras sensibles. Dos entusiastas amigos, Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda, me buscaron con la idea de que el artículo podría dar pie a un desplegado que conminase a los legisladores a discutir la reforma política planteada por el presidente Calderón, en particular cuatro puntos, eso como puerta de entrada a un debate nacional sobre los temas pendientes. Nos pusimos a hacer llamadas, a enviar el texto del desplegado, NO a la Generación del NO. En pocas horas obtuvimos un grupo de firmas para nosotros significativo, más por la calidad que por el número. Intelectuales, empresarios, artistas, actores, comunicadores y ex servidores públicos respaldaron algo en el fondo bastante sencillo: detener al país tiene un costo muy alto.A partir de entonces el NO y su contraparte el SÍ se han convertido una incómoda definición. "¿Usted pertenece a la generación del NO?", preguntó el periodista. De ninguna manera, respondió el legislador que minutos antes había anunciado que estaría en contra de no recuerdo qué medida. "Beltrones llama a gobernar diciendo SÍ a las reformas", fueron las ocho columnas de Milenio. Los diputados panistas aprovecharon la coyuntura para definirse como legisladores del SÍ. Comex se montó en el mismo ánimo. Las reacciones fueron múltiples y, creo, muy útiles para México. Pero claro, no han faltado las críticas, algunas de ellas muy mezquinas (insinuar financiamientos oscuros) y otras de risa.Que el desplegado era un apoyo incondicional al paquete de Calderón. Hay un pequeño problema, el Presidente lo que hizo fue recoger y armar una serie de propuestas que han rondado desde hace años. En ese sentido eran propuestas nuestras, de la sociedad. Quién le va a negar a Jorge Castañeda el mérito de haber elevado hasta las últimas instancias jurídicas el asunto de las candidaturas independientes e incluso haberse lanzado como uno. La reelección de legisladores (y alcaldes) es un tema que muchos hemos venido tratado desde hace más de una década. La segunda vuelta se popularizó después de la elección del 2006, pero ha estado en la discusión académica desde hace años. Lo mismo ocurre con el referéndum o la iniciativa preferente. Según nuestros críticos debimos de habernos negado a apoyar lo nuestro simplemente porque Calderón lo tocó. Ése es un síndrome de la generación del NO: negarse a brindar apoyo aunque se esté de acuerdo. Son los Nomen. Increíble.Otra crítica se centró en un falso supuesto: la firma de Ernesto Zedillo en el desplegado desnudaba una andanada zedillista. El problema es que el documento lo respaldan ex colaboradores de los cuatro últimos presidentes. Los críticos más patológicos nos señalaron como obsequiosos del hombre en el poder, los que dicen sí todo el día al Presidente. Pero resulta que en la lista están varios de los críticos más rudos del régimen, tanto en prensa escrita como en medios electrónicos. La diferencia es que ninguno de los firmantes está obcecado con la existencia misma del poder, ni con la autoría, tampoco han hecho del tema su vaca. Otros descalificaron el texto porque algunos de los firmantes habían sido servidores públicos que no sacaron adelante las reformas. Todos estuvieron del lado del Ejecutivo, ¿no dirá esto algo de nuestros legisladores a quienes va dirigido el desplegado?Otros aseveraron que no hay una generación en términos temporales. Es cierto, coinciden en actitud, más que suficiente. Las críticas más elaboradas señalaron que de la redacción del texto podía desprenderse que no estar de acuerdo con una propuesta era en sí mismo un error. El desplegado no convocaba a una discusión ontológica sino asumir posiciones concretas. Pero lo verdaderamente importante es que al decálogo de Calderón se sumaron la propuesta de los senadores priistas y una emanada del CEN del PRD, mismas que nosotros no conocíamos al publicar el desplegado. Entre las tres hay coincidencias que podrían conducirnos a alrededor de 10 acuerdos muy relevantes (Sumando acuerdos, Héctor Aguilar Camín, Milenio, 5 de marzo).Ahora sí la Generación del NO está en apuros. Por donde se le vea los acuerdos entre el PAN y el PRI o el PRI y el PRD o la combinación que sea, podrían sacar un nuevo paquete de reformas que impulse a México a una etapa de mayor estabilidad y consolidación de nuestra democracia. El espíritu que nos animó sigue vigente. No hacer nada tiene costos terribles. Ejemplos hay varios: la olvidada iniciativa de nueva ley de seguridad nacional, la coordinación de policías, la ley antisecuestros, por hablar de otros temas. Por si no se han dado cuenta, no estamos en el paraíso y no actuar, legislar para el caso, tiene costos. Que no queden sin factura. No más olvido, no más desprecio por el tiempo. Qué curioso que nuestros críticos sean hoy la comparsa del status quo de siempre.