Entre los privilegios personales e intelectuales a los que hemos accedido Héctor Aguilar Camín y yo a lo largo del último año están las reuniones con integrantes del SNTE. Desde junio del año pasado en cada ciudad que visitamos organizamos un encuentro con un promedio de 100 maestros, dirigentes seccionales, directores de escuelas y supervisores. Son muchísimas las reflexiones que estos encuentros nos provocan. Pero una de ellas tiene que ver con el contraste entre la realidad verbalizada del maestro mexicano y su realidad socioeconómica reflejada en datos duros.En el fondo el tema es el mismo que plantea Humberto Moreira con su discurso "miserabilista", eficaz tal vez, pero falso: México es un país con más pobres cada vez, con una clase media más pequeña y la única manera de ponerle término a esta situación es que vuelva el PRI al poder. Los maestros obviamente no comparten ese punto de vista, pero en ocasiones expresan una visión igual de distorsionada de su realidad y la del país.En un caso concreto, cuando escuchamos por enésima vez la cantaleta del pobre maestro rural de primaria que da clases a la sombra de un árbol en un llano desierto, preguntamos a nuestro interlocutor si podía darnos el porcentaje de las escuelas primarias de México que son rurales. Respondió que alrededor de 70%: un dato tan alejado de la verdad como cercano a su corazón. En realidad, si nos atenemos a los números, el millón y pico de maestros de educación básica del SNTE forman ya parte de esa inmensa clase media baja a la que han hecho referencia Luis Rubio y Luis de la Calle, la OCDE e inspirado por ellos el que escribe, en un libro que sale esta semana: Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos (Aguilar).El número de mayo de Nexos, dedicado a la educación, incluye un artículo de Sylvia Ortega Salazar -rectora de la Universidad Pedagógica Nacional y ex subsecretaria de Educación Básica- que reproduce los hallazgos de una encuesta realizada en 2010, entre maestros. Dejemos a un lado la parte de las opiniones educativas y de sí mismos de los maestros, así como los datos sobre su edad, antigüedad, vía de ascenso al puesto, etcétera. Me quedo con los sociales.El 80% de los maestros de México tiene casa propia; 63% automóvil; 80% celular; 74% computadora en su casa; 81% internet. En cualquier acepción imaginable estos son datos de una clase media urbana con un nivel de educación superior al promedio mexicano: 75% dice tener un título de una institución de educación superior dedicada a la formación pedagógica (qué tanto sirven las escuelas normales es harina de otro costal).Quizás el dato más interesante de todos es su autocalificación. Un asombroso 83% se autocalifica como perteneciente a la "clase media". Federico Reyes Heroles ya había desenterrado un dato análogo para la sociedad mexicana en su conjunto, en una encuesta levantada en 2001 y que comenta en "La Oportunidad del Bicentenario". Él remarcaba, con toda razón, que en el caso de todos los mexicanos el dato es obviamente falso, y encierra más bien una connotación aspiracional: 82% de los mexicanos quisiera ser de clase media, cuando mucho hoy los son 56% o 57%.Pero en el caso de los maestros, tanto por su nivel educativo superior como por las realidades socioeconómicas descritas en la encuesta citada en Nexos, bien puede ser que ese 83% no sea aspiracional sino sustantivo (status que han conquistado legítimamente a lo largo de los últimos 20 años). Es un dato impresionante para los que siguen creyendo en el México rural, pobre, analfabeta, enfermo y premoderno de la época de oro de la educación cardenista.Otra cosa muy distinta es si la educación que estos maestros de clase media imparten es la que el país necesita, merece y paga. Yo creo que no, y creo que tienen una responsabilidad importante en esta insuficiencia. Pero no porque sean "los condenados de la tierra", sino justamente por ser de clase media. www.jorgecastaneda.org; jorgegcastaneda@gmail.com