Las "Preguntas cuyas respuestas podrían transformar a México" han trascendido las fronteras mexicanas. Alonso Cervera ("Mexico: today’s questions to presidential candidates"), analista de Credit Suisse, se refiere a ellas señalando que las respuestas que den los candidatos tendrán una doble utilidad. En caso de dárseles la difusión debida, servirán como guía para que el electorado tome una decisión informada. Sobre todo ese electorado que aún no define su voto y que en el promedio de las encuestas de marzo ronda el 20% del listado nominal, esto es, 15.5 millones de electores. Un electorado cuyo voto dependerá no de la identidad partidista sino de los planteamientos de los candidatos.Servirán también, afirma Cervera, como referencia u hoja de ruta para cuando el(la) candidato(a) asuma el cargo en diciembre del 2012. Hoja de ruta para las acciones del gobernante y referencia para que los ciudadanos puedan comprobar si sus respuestas fueron electoreras o verdaderos compromisos.Pero más interesante aún es la comparación que hace entre las preguntas de ahora y las que se formularon a los candidatos en el 2006 en el ejercicio patrocinado por Televisa (Diálogos por México). En la comparación, descubre que hay tres categorías de temas: los que estuvieron presentes en el 2006 y que ahora no lo están; los que están a discusión en la elección 2012 pero no en la pasada y los que siguen en la agenda.Este interesante ejercicio da una idea de lo que ha pasado en el país en los últimos seis años. Los dos temas prioritarios que según el autor desaparecieron de la agenda 2012 son el del compromiso con la estabilidad macroeconómica y los relativos a los procesos judiciales. El primero en efecto ha dejado de ser una preocupación y, aunque no hay que bajar la guardia, se asume que hay un consenso nacional respecto a los beneficios de mantener finanzas públicas "sanas". El segundo en realidad sigue en la agenda pública y sigue siendo zona de desastre. Quizá faltó en las Preguntas un apartado específico sobre "Seguridad y Justicia" pero en las interrogantes referidas al Ministerio Público está presente el tema.Entre las ausencias en el 2006 y que en el 2012 figuran de manera prominente están la reforma laboral, los monopolios en el sector privado, la transparencia y la corrupción, el empoderamiento de los votantes y un conjunto de "valores contemporáneos" como la despenalización de las drogas, la interrupción del embarazo y la equidad de género. A ellos habría que agregar el papel de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narco.Estos temas hablan de nuevos problemas en México -el Ejército en las calles- o de viejos problemas que por no haber sido atendidos en su momento se han vuelto mucho más acuciantes de manera que ya es imposible ignorarlos y postergar su solución (auditoría a recursos transferidos a los estados, reforma laboral o prácticas monopólicas incluida la captura de los órganos reguladores).Pero curiosa y penosamente, la sección más abultada es la de los temas que siguen en la agenda. Penosamente porque significa que muy pocos avances se han registrado en cada uno de estos frentes que, a decir verdad, están presentes no desde la elección del 2006 sino desde hace décadas: el marco fiscal, la apertura a la inversión privada en actividades todavía reservadas al Estado, la necesidad de combatir la pobreza a través de la cobertura universal de servicios públicos, el reto educativo, las capacidades institucionales en materia de seguridad pública y la posición de México en la economía global.No ha habido avances significativos porque las fuerzas políticas no han querido ponerse de acuerdo para hacerles frente: ni en el Congreso, ni en su relación con el Ejecutivo, ni en la necesaria colaboración entre estados y Federación. La motivación para no hacerlo no ha estado en función de ideologías y programas. Ha sido fundamentalmente de carácter electoral. Tengo la sospecha de que salvo en algunos temas como el de la participación del sector privado en petróleo y electricidad, en lo que respecta al aumento de impuestos y en algunos asuntos como el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, no habrá grandes diferencias en los posicionamientos y planteamientos de los candidatos.Por ello, quizá lo más relevante de las "Preguntas cuyas respuestas podrían transformar a México" es ¿qué parte del programa de sus adversarios apoyaría usted en el caso de perder? Si es cierto que los candidatos no diferirán en lo fundamental, tendremos derecho a llamar a cuentas no sólo a quien resulte ganador(a) sino también a los candidatos perdedores y a sus partidos.