No descarto que en las últimas horas o en una negociación ulterior para un periodo extraordinario, el Congreso apruebe disposiciones que realmente permitan las candidaturas independientes, en lugar de mantener, en los hechos, su prohibición. Pero como van las cosas, todo sugiere que seguiremos en México sin la posibilidad de que alguien busque un cargo de elección popular sin ser postulado por un partido.O más bien, podrá postularse, pero jamás ser electo. Incluso la postulación probablemente sea imposible. Como alguien que comenzó a luchar por este principio desde más de diez años por la vía jurídica, y siempre escuché repetidos argumentos sobre la idoneidad de la vía legislativa, o sobre una mejor opción -facilitar la creación de partidos-, no puedo más que entristecerme ante este nuevo acto promonopólico de los tres partidos. Al final se trata de eso: mantener el monopolio por los partidos de la representación electoral. Lo peor del caso es que se trate de los tres.Al elevar el número de firmas necesarias para inscribirse en la boleta a un porcentaje excesivo del padrón; al limitar el plazo y los recursos de la obtención de firmas; y al prohibir la utilización de medios masivos para lograr dichas firmas, en los hechos se imposibilita el registro salvo en comunidades medianas o pequeñas. Al prohibir la foto del candidato en la boleta y sólo permitir su nombre, y al exigir que los candidatos no hayan sido miembros de otro partido durante un largo plazo previo a la elección, se crea un principio de inequidad brutal. En el caso del DF, al imponer requisitos aun más draconianos, se vuelven inviables las candidaturas. Insisto: todo esto se debe a los tres partidos, y sin que hayan facilitado la otra vía para acotar el monopolio: facilitar la creación de nuevos partidos.En el caso del PRI se entiende. Al ser el partido monopólico más antiguo, es lógico que se empeñe más en conservar su monopolio. Además se vería perjudicado por la salida de candidatos perdedores en sus primarias o internas, para postularse como independientes, justamente porque son más conocidos. En el caso del PRD en el DF, me extraña la tardía conversión al priismo, ya que si también pueden padecer los estragos de los llamados chapulines, ese daño de corto plazo no debiera ser supeditado ante la supresión del monopolio partidista. Pero es quizás el PAN cuya posición resulta más sorprendente.Se recordará que los gobiernos de Fox y de Calderón combatieron en tribunales nacionales e internacionales, con toda la fuerza del aparato, los diversos recursos judiciales que interpuse a favor de las candidaturas independientes. Pero en 2009 Calderón planteó un decálogo de reforma política de gran alcance. Incluía el referéndum, la reelección de diputados y senadores y las candidaturas independientes.Ya hemos visto cómo Acción Nacional aceptó diluir el tema del referéndum hasta volverlo una consulta popular casi no vinculante y casi no aplicable ni a la Constitución ni a las leyes secundarias: ¿entonces a qué? También hemos comprobado que el PRI le impuso al PAN la posposición de la reelección hasta el próximo decenio. Pero se habían conservado más o menos intactas las candidaturas independientes, hasta que llegó el momento y el diablo de los detalles. Nunca estuve muy seguro de que Calderón y el PAN estuvieran realmente entusiasmados con el decálogo que propusieron hace 5 años. Lo hicieron demasiado tarde y no le echaron demasiadas ganas. Pero llegar a este extremo me parece lamentable.Me entristece este nuevo fracaso de la lucha por las candidaturas independientes, que al mismo tiempo de alguna manera reivindica el esfuerzo que se ha hecho. Si durante tantos años, los partidos y buena parte de la comentocracia se siguen oponiendo a este paso antimonopólico, es porque efectivamente temen sus efectos, y su oposición muestra la magnitud de la batalla y de lo que está en juego. Hay derrotas que enorgullecen: esta es una de ellas. jorgegcastaneda@gmail.com
Independientes no
