Vivo en Polanco desde 2002, en la calle de Tres Picos, una de las más bellas de México, en un departamento amplio, en una calle silenciosa. Hasta hace poco.
Tres predios en las esquinas de Rubén Darío, Lord Byron y Tres Picos se fusionaron en uno, y un desarrollador y una inversionista utilizaron uno de los terrenos mejor ubicados y quizás más valiosos para construir departamentos. Estiraron al máximo los límites de la legalidad, pero durante más de tres años los vecinos impedimos lo que parecía un despropósito: varias torres de 30 pisos en una zona de difícil acceso.
La llamada legalidad en el DF es “flexible”. Qué se puede construir, con qué uso de suelo, con qué capacidad de estacionamiento, es algo discrecional en manos de las autoridades delegacionales, Seduvi, jefe de Gobierno, etcétera. Después de una larga batalla con los vecinos, propietarios del predio y desarrolladores obtuvieron el permiso para construir una torre de 30 pisos dando a Rubén Darío, y dos de tres pisos a Lord Byron y Tres Picos. Se suponía que esto respetaría distancias entre edificios colindantes y demás criterios impuestos por la autoridad al otorgar las licencias.
Siempre me pareció de mal gusto por parte de esta gente que talaran árboles de más de 50 años, y que se propusieran hacer todo sin consultar con los vecinos, sino únicamente negociando y apalabrándose con ellos. Finalmente fue lo que se decidió y parecía que las cosas iban por un camino legal más o menos acordado.
La obra lleva parada más de un mes. La razón aparente es que las promesas no han sido cumplidas. No se trata de una torre de 30 pisos, sino de dos; no de dos torres, sino de cuatro de tres pisos; no ciertas distancias con las construcciones aledañas, sino otras. Otra vez estamos ante una legalidad aleatoria.
No sé si desarrolladores y dueños sobornaron a las autoridades pasadas y presentes. En un mundo ideal eso no sucedería; en la Ciudad de México y la delegación Miguel Hidalgo parece difícil que suceda de otra manera. Espero que la nueva delegada revise los proyectos entregados, las licencias otorgadas y la construcción existente.
Supongo que la obra seguirá parada un buen tiempo. Espero que su costo aumente exorbitantemente; que quienes compraron por adelantado, a 10 mil dólares el metro cuadrado, demanden a los vendedores por no entregar a tiempo; que vecinos y autoridades se mantengan y hagan lo posible por detenerlo. Entiendo que algo se tiene que construir ahí: uno de los predios más atractivos del DF no puede permanecer baldío. Pero también creo que conviene ser más cuidadosos.