Los atentados en París desataron reacciones furiosas y aberrantes a propósito de los refugiados sirios en Europa. La posibilidad de que uno de los atacantes del Bataclan haya portado un pasaporte sirio y que haya sido registrado como refugiado en Grecia u otro país en el camino desde Damasco ha justificado llamados desproporcionados en Francia, EU y otros países de Europa. El Estado Islámico de inmediato anunció que había infiltrado a miles de sus combatientes en el seno de las columnas de refugiados; las presiones contra la recepción de los mismos se intensifican y la xenofobia, el racismo y la islamofobia alzan sus odiosas cabezas.
Por eso conviene separar la paja del grano. Hay tres temas distintos. Uno es la respuesta de EU, Europa, Rusia e Irán a los ataques inhumanos de EI. En mi opinión no tendrán más remedio que arrebatarle todo su territorio al EI, y que para ello será necesaria una intervención militar en tierra, seguida por una prolongada ocupación. Veremos si esta vía se confirma. Segundo, el tema de los refugiados involucra al EI, pero la mayoría de quienes huyen de Siria —4 millones en Turquía, Jordania y Líbano— lo han hecho del régimen de EI-Assad, aunque en tiempos recientes una proporción creciente lo hace de las exacciones del EI. Aunque la solución a largo plazo consiste en el término de la guerra civil en Siria, y en el mediano plazo en el establecimiento de santuarios bajo protección de tropas extranjeras y del Acnur en Siria, por el momento los dirigentes occidentales deben repetir una y otra vez que los dementes del EI no necesitan a los refugiados para llevar a cabo sus barbaridades: los autores son franceses, belgas, holandeses e ingleses, y no necesitan de las columnas de hombres desamparados, mujeres y niños para llegar a París o Bruselas. Por último, está el tema del Islam, y la discusión —necesaria, dolorosa— sobre si el establecimiento del califato y el salafismo moderno de al-Bagdati es compatible con las enseñanzas del Profeta, si se nutre de las madrasas financiadas por Arabia Saudita, y si existe un Islam moderado.
Sobre refugiados: en todas partes se cuecen habas, y es preferible desecharlas. Hay mil 800 cubanos varados en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. Después de viajar a Ecuador (donde no necesitan visas), se trasladaron a Colombia y de allí a Panamá; Costa Rica les concedió una visa de tránsito, camino a EU. El gobierno sandinista les prohibió la entrada, sin grandes sutilezas y amabilidades. México hace lo mismo con los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños. ¿Son migrantes o refugiados? ¿Huyen de la penuria económica de sus países, o de la violencia y la represión?