AMLO, Peña y Messi

Jorge Castañeda

Si hacemos caso omiso de las estulticias de los “panaceos” a propósito de la segunda vuelta, he escuchado tres argumentos serios, procedentes del PRI-gobierno, contra dos vueltas en la elección presidencial. El primero es que si Peña Nieto la aceptara, reconocería que el PRI ya perdió en 2018, desmoralizando a sus correligionarios. El segundo es que de llegar AMLO y Margarita Zavala a la segunda vuelta, los votos del PRI se irían con AMLO, no con la esposa de Calderón. El tercero es que si va a ganar AMLO, mejor que lo haga con 30% del voto, no con 51%. Los tres argumentos son falsos; dedicaré este espacio a rebatirlos durante esta semana.

Desde 2015, muchos priistas entendieron que los resultados de aquellos comicios fueron menos favorables de lo que se presumió. Solo la conquista artificial de una mayoría en la Cámara Baja disfrazó el peor resultado del PRI en la historia de las elecciones intermedias. En 2016, aunque algunas encuestas y cuentas alegres les hicieron creer en Santa Claus, antes del voto y a partir de ese domingo, los priistas midieron exactamente la dimensión de su derrota: entre Actium y Waterloo.

También comprendieron, como lo ha señalado Federico Berrueto, que el grado de descrédito del PRI no solo es elevado, sino que echa raíces profundas en las prácticas corruptas de sus gobiernos estatales y municipales. Los demás partidos incurren en las mismas trapacerías, pero como los del PRI son más, el repudio es mayor.

De modo que los priistas no necesitan que EPN les avise —con señales de humo, en lenguaje críptico o explícitamente— que van a perder en 2018. Ya lo saben. Sacan las mismas cuentas que todos: aún con el Verde, Nueva Alianza y Humanista, su voto duro se ha desvanecido. No alcanza el récord impuesto por Roberto Madrazo en los comicios de 2006: 22%.

Con los números de hoy, y con las perspectivas económicas actuales, nadie en sus cinco sentidos piensa que el PRI le puede ganar a AMLO. Para Peña, y muchos gobernadores priistas, esa es la meta para salvar su cabeza. La segunda vuelta no les garantiza el triunfo; incluso puede disminuir sus posibilidades de llegar en segundo lugar. Pero aumenta las probabilidades de que AMLO pierda el desempate.

Repetir la jugada de 2006 y 2012 —la segunda vuelta de facto donde el PRI apoya al PAN, o el PAN apoya al PRI— se antoja inviable. Es como Messi arrancando desde la esquina derecha del área grande hacia el centro para disparar con la izquierda. Los alemanes se la vieron tantas veces en video, que lo neutralizaron. AMLO no es Messi, pero sí ha visto la jugada demasiadas veces para que se la vuelvan a hacer. La segunda vuelta es mejor opción para EPN y el PRI. Sin hablar del país y la democracia.

1 comentario

  1. El problema es que todos los políticos de todos los partidos son corruptos e ineficientes. Y el peor es AMLO porque aplicaría los principios básicos del izquierdismo-comunismo que consisten en prohibir la propiedad privada y todas las libertades fundamentales de todo ser humano: libertad de trabajo, de elección, de tránsito, de reunión, de educación, de religión, etc. etc.; o sea, que nos quitará nuestro dinero, nuestra libertad y no nos dejará trabajar y los neo liberales continuarán quitándonos nuestro dinero pero nos dejarán medio ser libres y medio trabajar. No entiendo a mis paisanos que viendo esto en Cuba, Nicaragua y Venezuela todavía no se den cuenta que AMLO hundiría más de lo que está al país. Ni modo, está llegando el momento de ¡sálvese quien pueda!

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