Resulta que Morena, el partido mayoritario en la Ciudad de México, va a resolver cuál será su candidato a la Jefatura de Gobierno, a través de una supuesta encuesta. No es algo en sí mismo negativo: si un partido quiere escoger a su candidato o candidata a través de un ejercicio de este tipo, es difícil objetar el procedimiento como tal. Según el diario Reforma, sin embargo, ninguno de los candidatos parece tener la menor idea cómo se llevará a cabo esa encuesta: qué universo, cual es la empresa, y qué preguntas se harán. Pero al final del día es asunto de ese partido.
El pequeño detalle estriba en que el candidato de Morena, más o menos como era el caso del PRI hace 25 años, va a ser el próximo jefe de Gobierno de la CDMX. Es decir, la primaria o la encuesta o el dedazo de López Obrador, va a determinar quién gobernará a los habitantes de la capital de la República durante los próximos 6 años. Es cierto que en teoría los habitantes de esta ciudad tendríamos la posibilidad de votar por alguien más. Pero en los hechos, a estas alturas, parece evidente que quien ponga Morena, va a ganar. Por tanto, la primaria de Morena es en realidad la elección de gobierno.
Siendo así, uno podría por lo menos pedir que hubiera un mínimo de transparencia en cuanto al método, la empresa, las preguntas, y los criterios de selección que se utilicen. Todos sabemos que nada de eso es cierto. Todos sabemos que AMLO va a decidir, por sus pistolas, quién será el candidato o la candidata de Morena, y por consiguiente, quién gobernará a los habitantes de la capital. En sí mismo esto tampoco tendría nada de grave. Al final, si la ciudadanía le entrega su confianza a AMLO y él quiere utilizar esa confianza para designar por su “dedito” como dice, al candidato o la candidata, pues es muy su derecho hacerlo. Los únicos perjudicados o beneficiados somos los habitantes de la capital.
Quizás lo que debiéramos preguntarnos, sin embargo, es si este es el procedimiento que quisiéramos ver reproducido en otras partes de la República –en algunos lugares sí lo puede hacer AMLO– y sobre todo si alguien que procede de esta manera, debe ser presidente de la República. Porque de la misma manera que uno puede preguntarse si López Obrador gobernaría el país como quiere designar al candidato de su partido a la Jefatura de Gobierno de la capital de ese país, y si su indiferencia o solidaridad tácita con la dictadura de Maduro en Venezuela significa algo en cuanto a su forma de gobernar, ¿qué debemos esperar de él?
Lo que se juega en la CDMX no es si Martí Batres o Mario Delgado, o Claudia Sheinbaum, o Ricardo Monreal van a ser nuestro próximo jefe de Gobierno. Conozco bien a 3 de los 4 y la verdad entre ellos me da exactamente lo mismo quién nos gobierne. Lo que me interesa a mi es si quiero un presidente que escoja a la persona involucrada para su segundo cargo, de esa manera. Es lo mismo con Venezuela. Lo que me interesa de López Obrador es saber qué piensa del régimen de Maduro: no si lo conoce o no lo conoce, o si sabe dónde queda Venezuela o no sabe, si le importa lo que sucede en ese país o no. Lo que me interesa saber es qué piensa de lo que ahí sucede o lo que sucede en la Ciudad de México. Son jaladas.