Hace unos días me encontré un tuit de Norma Samaniego, exsubsecretaria de Trabajo y presidenta de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, comparando esta crisis mexicana con algunas otras que hemos padecido. Afortunadamente, somos capaces de generar un buen número de crisis económicas, y por tanto sobran casos para estudiar. Samaniego sugiere algunas conclusiones interesantes.
En un eje de la gráfica coloca la caída del empleo formal del IMSS en términos porcentuales; en el otro, los meses transcurridos entre el momento en que comienza a caer el empleo y cuando recupera el nivel preexistente a la crisis. Considera cuatro casos: la de 1995; la “atonía” económica de 2000-2004; la crisis provocada por la hecatombe financiera de 2008-2009; y la crisis actual, la del covid-19.
Ilustración: Víctor Solís
La más larga, aunque representó también aquella durante la cual cayó menos el empleo, fue la de 2000-2004. El lapso necesario para volver al statu quo ante fue de 47 meses, incluyendo la mitad del sexenio de Fox. La caída máxima del empleo fue de 4.7%.
La siguiente en duración fue la de 1995, que también ha sido la más pronunciada. México se tardó 28 meses en reponer los empleos perdidos, y el descenso más importante alcanzó a ser de 10.5%, más del doble de la anterior.
La tercera duración más larga se ubica en 2008-2009, con una perdida de empleos formales que se prolongó por 21 meses, y una caída máxima de 4.8%, más o menos lo mismo que en 2000-2004: casi la “V” que tanto le gusta a López Obrador.
Nuestra crisis actual lleva seis meses, por ahora, y la merma de empleos llegó a ser de 6% —más que las dos primeras, menos que la tercera (la de 1995). Aparentemente la caída habrá sido de menor intensidad en esta ocasión, pero la duración sigue en duda. No sabemos cuanto tardaremos en volver al nivel de empleo de febrero de 2020, pero varias estimaciones colocan la cifra en un rango de 15 a 20 meses. Eso dependerá no solo de la rapidez de la recuperación económica, sino también del ritmo de recontratación por parte de las grandes empresas, pero sobre todo de las medianas y pequeñas. Lo que ya sabemos es que el hundimiento ha sido más abrupto que en cualquier momento desde 1995, que “ya tocamos fondo”, y que si seguimos con una reposición de 100,000 empleos al mes (parece difícil después del primer arranque), tardaremos un poco más de un año en volver al nivel de antes. No sería tan grave la cosa, de confirmarse esta tendencia.
Con una salvedad. Los porcentajes pueden ser parecidos, pero los números absolutos de mexicanos que han perdido su trabajo es significativamente mayor, porque somos muchos más mexicanos hoy que en 1995: como 25 millones más. Por otra parte, conviene reflexionar sobre un dato que salta a la vista de la gráfica de Samaniego: a lo largo del último cuarto de siglo, nos hemos pasado ocho años remando para permanecer en el mismo lugar. A esos ocho años habrá que agregar los seis de López Obrador.