Carlos Puig tiene toda la razón al sugerir que esta semana nos tocó reflexionar sobre dos fotos: la de Lozoya en el Hunan, y la de los dirigentes de Va por México y de Sí por México en la sede del PRI. Conviene guardar las proporciones: los aliancistas sólo buscan votos —que obtendrán o no—, mientras que Lozoya es parte de un escándalo nacional de otra envergadura. Pero es cierto que la ausencia de una o varias mujeres en la sala debe ser motivo de crítica y preocupación para los opositores, y su falta de sensibilidad también. Peor que no haya mujeres en la cúpula opositora; mal que cachen in flagranti a los responsables del problema.
Ilustración: Víctor Solíshttps://c62d00cbb708fb60e5f74b0a91e0af0e.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html
Pero ese oso no debe desviar la atención de lo esencial. Aquí hay tres verdades fundamentales: si los partidos y grupos de la alianza de las elecciones de junio pasado no van juntos a la votación sobre la reforma eléctrica, no hay alianza posible para el 24; sin alianza por lo menos de ellos mismos, y de preferencia con Dante Delgado, no hay manera de evitar la perpetuación en el poder real de López Obrador; y si no hay alianza para el Edomex en 2023, y en la CDMX en 2024, no hay acuerdo posible de los partidos opositores para la presidencia en el 24.
Desde esta perspectiva, y a diferencia de López Obrador que la considera “promiscua” (no se si la promiscuidad sea tan mala para la salud), yo le veo visos alentadores a la foto. Sin meter las manos al fuego por nadie, cada día que pasa estoy más convencido de que el PRI no va a “charrear”, como decíamos antes. Habrá uno que otro diputado que tal vez vote con AMLO, y en una de esas el espíritu nacionalizador le gana a la bancada priista a propósito del litio, pero tiendo a pensar que no van a caer en la trampa del gobierno. Ésta, como ya lo ha detectado medio mundo, consistió en incluir una serie de barbaridades en la reforma eléctrica para que el PRI entre al juego de negociar su eliminación y después pueda alegar que “se evitó lo peor”. Dudo que les funcione.
A la inversa. Si el bloque opositor logra mantenerse unido (con Dante) contra la reforma eléctrica, fortalecerá las posibilidades de lograr el mayor número de alianzas en las gubernaturas de 2022 (sin Dante). Ganará pocas, pero no importan mucho. A diferencia de 2023, donde el Edomex es la joya de la corona. Allí empiezan las complicaciones, pero también las oportunidades. Sobre este abanico quisiera compartir un par de reflexiones.
Recuerdo una conversación con el expresidente chileno Ricardo Lagos a mediados de los años noventa, en Marbella, Chile. Era ministro de comunicaciones y transportes, y el probable próximo candidato de la Concertación a la presidencia (ganó en 2000). Nos encontramos en una reunión con Lula y Fox, entre otros, organizada por Carlos Ominami y yo, entre otros. Decía Lagos que en una alianza siempre hay el premio mayor, pero también varios pavos (les gustan mucho en Chile) de premios de consolación. Y que las alianzas en los sistemas presidenciales eran más difíciles, porque sólo había un premio mayor, pero igual era indispensable repartir bien los pavos.
Hay un premio mayor y dos pavos en México en 2023 y 2024. El Edomex, la CDMX y la presidencia son todas ellas elecciones competitivas. Nada está resuelto. Si los cuatro partidos (con Dante) logran distribuirse esas tres candidaturas de una manera equitativa, competitiva y sensible, pueden ganar todos. Afortunadamente, en la foto —y fuera de la foto— hay gente que sabe hacer eso. A ver si lo hacen.