No hay chile que les acomode: creo que la expresión resulta eminentemente válida para describir la actitud de una parte de la comentocracia ante el proceso de designación de la candidata del Frente Amplio. La cantidad de reclamos a los partidos, a la candidata, al comité organizador del proceso, a los contendientes derrotados (en menor medida) es inversamente proporcional al éxito del desenlace, más allá de los tropiezos y errores en el camino.
El principal blanco de las quejas y acusaciones es obviamente Alito. O bien le impuso la candidatura de Xóchitl a la pobre Beatriz Paredes —que nunca he visto que se considere como víctima de nadie— o bien ensució, manchó, empañó un proceso ejemplar, o bien le arrebató a los ciudadanos y a la sociedad civil el “derecho” o el “privilegio” de votar el domingo y decidir quién sería la candidata. Alito no necesita defensores, pero sí me parece útil recordar un hecho incontrovertible: el PAN y el PRD —este último con reservas iniciales— acordaron hace muchos meses que la candidatura del Frente a la Presidencia de la República y a la Ciudad de México serían del PAN. Esto se disimuló con el eufemismo de la “conducción” del PAN o “que el PAN era mano” pero el sentido del acuerdo fue claro y conocido. Alito cumplió. No saboteó ni reventó la alianza, no insistió en clavarle al Frente una candidata de su partido, no le hizo el juego a nadie. Si alguien cree que no iba o no va a pedir concesiones a cambio, pues no entienden nada de política, no saben lo que es el PRI y, en efecto, no conocen a Alejandro Moreno.
De los reclamos más absurdos que he escuchado, señalo el de que esto le hace el juego al Peje. Como si López Obrador hubiera felicitado a Xóchitl el domingo en la noche por su gran victoria democrática en caso de haberse realizado la votación prevista. AMLO va a seguir con su cantaleta de que esta es una imposición de Claudio X. y sus compinches —empresarios, intelectuales, activistas, y demás grillos— haga lo haga el Frente, diga lo que diga Xóchitl, pase lo que pase en cualquier ámbito. Y lo va a hacer con o sin justificación, con o sin pretextos. La clave es saber si esto le interesa a la sociedad mexicana o no.
Tengo la impresión de que los 200 o 300 000 ciudadanos “despojados” de su derecho de voto el domingo por culpa de Alito y las cúpulas partidistas, más bien se deben sentir felices de que la candidata por la cual hubieran votado, efectivamente es la candidata del Frente. Me parece difícil pensar en que alguien que iba a votar por Xóchitl el domingo —una gran mayoría a menos de que hubiera chanchullo— se moleste porque… Xóchitl resultó ser la candidata. Y sobre todo creo que lo que le importa a la gente hoy es que se mantuvo la coalición del Frente, hay una candidata aceptada por todos y todas (por Beatriz a medias, pero espero que esto se subsane pronto) y que dicha candidatura es competitiva.
En el fondo éste es el hecho político importante, y no si la primera encuesta telefónica estuvo mal hecha, si la segunda encuesta en vivienda estuvo bien hecha; si la primera encuesta en vivienda estuvo mal hecha, o si la segunda encuesta telefónica estuvo bien hecha. Creo que a la mayoría de la gente que sigue todo esto le resulta indiferente si el comité organizador no debió haber aceptado el reto de instalar 1500 casillas, pero tampoco de celebrar una votación sólo con 300 casillas. No sé si esto era viable o no, pero sí creo que hoy hay una candidata competitiva, atractiva y unificada, de una alianza que, en la opinión de muchos comentócratas, era imposible, inviable, agua y aceite, etcétera, hace muy pocos meses. Por último, en cuanto a la tesis aberrante de que López Obrador inventó a Xóchitl para sacarla de la Ciudad de México —donde era competitiva— para lanzarla a la Presidencia —donde no lo es— los que sabemos cómo y cuándo llegó ella a la decisión de lanzarse, podemos corroborar que no hay tesis más aberrante que ésta.