De aquí al 2 de diciembre se despejará la última incógnita que aún persiste en la campaña presidencial de 2024. Para esa fecha Samuel García habrá, en efecto, abandonado la gubernatura de Nuevo León para ser candidato presidencial de Movimiento Ciudadano o, por una serie de razones propias de Nuevo León, habrá desistido de seguir ese camino. Aunque ya está en campaña, ya tiene spots, ya va a eventos y ya figura en algunas encuestas, como se dice ahora tan comúnmente, no me queda claro que ese arroz ya se haya cocido.
El tema del relevo de García como gobernador, y su regreso a la gubernatura a partir del 2 de junio, es decir, cuando haya perdido la elección (nadie en su sano juicio puede creer que vaya a ganar) sigue pendiente. Hay una serie de litigios jurídicos, involucrando hasta a la Suprema Corte, y también una serie de versiones o rumores que circulan sobre un posible desenlace de todo el enredo. No es de menor importancia.
García quiere dejar a un incondicional suyo en el Palacio de Gobierno de Nuevo León por dos razones muy evidentes, y perfectamente sensatas. En primer lugar, no quiere que lo pasen a la báscula durante los meses que él no esté en Monterrey, y que no nombren a un equipo de gobierno antagónico a sus intereses que pudiera encontrar diversos indicios de conductas indebidas durante los dos años que lleva de gobernador. La segunda razón es que lógicamente desea volver a la gubernatura cuando concluya su labor como rival de Xóchitl Gálvez —obviamente no de Claudia Sheinbaum. Ambos temas se han complicado y no es evidente que vaya a suceder.
Supongo —porque es absolutamente evidente— que los principales dirigentes de lo que se llamaba el Frente Amplio, o como se llame ahora, y de la campaña de Xóchitl Gálvez, están ya operando en Monterrey para que los legisladores estatales del PRI y del PAN no lleguen a un acuerdo local, venal e inconfesable con García, para permitirle que sea candidato en condiciones favorables. Me imagino que están todos ya atrincherados en Monterrey, y ahí seguirán hasta el 2 de diciembre, para impedir que los diputados locales, que no tienen precisamente fama de ser gente muy decente, no vayan a negociar con García un arreglo que le facilite hacer campaña con las espaldas cubiertas en Nuevo León por un interino a modo, y que luego regrese a la gubernatura, todo eso a cambio de presupuesto y quizás otros nombramientos pendientes en el estado, como el de la Fiscalía. Supongo que están siguiendo la pauta de Luis Donaldo Colosio, congruente y noble a la vez.
Desde luego que en un país normal y en un momento normal, una negociación local a partir de intereses locales permitiría salir del atolladero en que se encuentra la gobernabilidad en Nuevo León. Pero este no es un país normal, y tampoco vivimos un momento normal. Espero que las versiones aberrantes que han circulado sobre la posible designación de Mauricio Fernández como gobernador interino sean falsas. Asimismo quiero suponer que habría manera de impedir en la Cámara de Diputados en México el recurso a la llamada desaparición de poderes en Nuevo León, para que fuera el Congreso de la Unión, y en particular la Cámara de Diputados, quien designara al interino.
No es necesariamente un asunto de vida o muerte que Samuel García no pueda ser candidato, y que le robe puntos a Xóchitl. Para empezar, la mayoría de las encuestas actuales, con todo y sus enormes defectos y misterios de financiamiento y patrocinio, no le dan demasiados votos al hipotético candidato de Samuel García. Además, aún no se sabe si le quita votos a Xóchitl o a Claudia Sheinbaum. Creo que la consecuencia objetiva de su candidatura, y la intención evidente de la misma consiste, en efecto, en restarle votos a la candidata de oposición. Pero eso puede suceder o no.
No creo en el cinismo de Dante Delgado en el sentido de que a cambio de grandes sumas de recursos procedentes de la Presidencia de la República haya lanzado a García sólo para sabotear la candidatura de Gálvez. Sin embargo, sí creo que Dante está abordando el tema de qué hacer en 2024 de una manera enteramente transaccional. Busca el mayor número de senadores y de gobernadores posible, así como un porcentaje que le permita obtener mayores prerrogativas a partir del año que entra. No estoy convencido de que esta apuesta sea tan sensata como mucha gente lo piensa, es decir, que Dante pueda conseguir así más diputados y senadores que los que el Frente Amplio le llegó a ofrecer hace ya muchos meses.
Pero, en todo caso, la tarea del Frente, independientemente de las intenciones de Movimiento Ciudadano, consiste en hacerle la vida imposible a Samuel García en Nuevo León de aquí hasta el 2 de junio. Imposible en todos los sentidos de la palabra: investigaciones, ataques, denuncias, en fin, todo lo que distrae y debilita a una campaña, si se da, y todo lo que la impida, si se puede. Todos los estrategas y operadores del Frente, obviamente, están abocados a esto, ya que definieron la mayoría de sus propias candidaturas a la Cámara de Diputados, al Senado y a las gubernaturas.