Hagamos a un lado la naturaleza bananera de la gestión gubernamental ante el presidente chino. Es infantil, provincial y prepotente pensar que México va a tranquilizar a los legisladores norteamericanos que desembarcaron en Palacio hace un par de semanas prometiéndoles que el inquilino se comunicará con Xi Jinping para pedirle que su país cese de enviar precursores del fentanilo a México.