El pasado martes 27 se publicó, en este y otros diarios, un texto firmado por mexicanos procedentes de distintos ámbitos profesionales, políticos, regionales y generacionales, en el que se trata de sintetizar las interrogantes más importantes a las cuales se piensa deben responder los candidatos a la Presidencia. Aunque el preámbulo y la conclusión explicativa del texto hablan del objetivo, puede resultar útil agregar unas reflexiones personales que sólo involucran al que esto escribe.Mediante preguntas puntuales y precisas, en la medida de lo posible binarias, se trata de permitir a los votantes saber no sólo qué harían los candidatos en caso de ganar, sino qué piensan antes de ganar. La diferencia es importante: unos pueden contestar que sobre tal o cual tema "le preguntarían al pueblo"; otros pueden decir que "lo van a estudiar". Pero todos tienen una opinión frente a la mayoría de las preguntas del desplegado, desde la inversión privada en Pemex hasta la despenalización de las drogas, pasando por la jornada completa en la primaria y la profundización del TLCAN.Es lógico que los candidatos no sepan desde ahora qué van a hacer en todos y cada uno de los capítulos de la vida nacional; es comprensible que sobre algunas grandes disyuntivas no tengan una posición definida; pero sería imperdonable que no lo supiéramos, pero también que no supiéramos lo que sí tienen definido.El objetivo del texto es, como lo dice explícitamente, invitar a los candidatos a reunirse con los firmantes en un "foro público, de preferencia universitario, durante una sola jornada, acudiendo al ejercicio juntos o por separado, con reglas pactadas previamente". Aunque no ha sido acordado, lo ideal sería que esto sucediera a mediados de abril para que las respuestas, las evasivas, las sorpresas, las revelaciones, se produjeran con tiempo suficiente antes de las elecciones para que los votantes puedan procesar y calibrar el desempeño de cada uno de los aspirantes. Lo ideal sería también que participaran juntos, no tanto como en un debate, pero sí respondiendo en un orden equilibrado a las preguntas de cada bloque, formuladas, incluso a la luz de sus previas respuestas escritas, por grupos sucesivos de firmantes, escogidos también de manera balanceada. Y lo ideal sería que todo esto recibiera la mayor difusión por los medios de comunicación, si no por las cadenas nacionales en tiempo triple A, por lo menos por las televisoras cerradas, la radio, los sitios internet y las redes sociales.Lo ideal casi nunca acontece, ni siquiera en un mundo ideal. Todas las dudas que nos han planteado amigos, colegas, críticos y escépticos son pertinentes. No hay pregunta, por precisa que sea, que un candidato inteligente (y obviamente lo son) no pueda esquivar. Y difícilmente aceptarán acudir juntos a la invitación de un grupo ad hoc, por plural heterogéneo y balanceado que fuera, aunque las ideas sugeridas, las propuestas presentadas ayer tanto por el coordinador de campaña de JVM (en términos más generales) como de EPN (de manera más formal y detallada) sugieren que no está tan lejana la posibilidad. Y por último, por impresionante que pueda parecer el auge de las redes sociales y de los suscriptores de televisión por cable, nada se compara con el canal 2 y 13 a las 9:00 de la noche. Y eso no va a suceder. Pero en una campaña viciada de origen por una legislación cuyo efecto objetivo y perverso, deseado o no, es congelar la correlación de fuerzas desde el arranque, este ejercicio, junto a otros, puede introducir algo de sustancia, algo de incertidumbre y algo de chiste en el proceso. Y algo es algo.P.D. Hace dos semanas, a propósito de la cumbre de Cartagena, Cuba y Calderón, expresaba mis dudas de que tuviera la oportunidad de ir a La Habana antes del 1o. de diciembre. Pues parece que siempre sí Calderón irá a Cuba el 11 de abril, de acuerdo con los chismes que circulan en la Cancillería.