Si partimos de los resultados de las últimas elecciones presidenciales en México, la tendencia es incontrovertible. Zedillo obtuvo el 48% de los votos; Fox sin el PVEM 41%; Calderón 35%; Peña 32% (de nuevo sin el PVEM). Si pudiéramos reponerle a EPN 3 puntos de los 5 del Verde por considerar que en el fondo son del PRI de todas maneras hubieran obtenido 35% -casi el mismo porcentaje de Allende en 1970. En un país de la complejidad que enfrenta el nuestro, gobernar con este exiguo mandato parece imposible.Además de que esto aboga a favor de la segunda vuelta, que no necesariamente reduce el margen de triunfo de cualquier candidato, ni acepta una mayoría parlamentaria para el ganador, ni elimina la pobreza ni cura el cáncer, también plantea el imperativo de alianzas posiblemente contra natura pero indispensables para realizar las reformas que el país necesita.Ahora bien, por la manera en que se celebraron los comicios y las reacciones post electorales, todo parece indicar que la única alianza estratégica viable es la del PRIAN, que puede abarcar desde la construcción de coaliciones en las Cámaras para lograr reformas y aprobación de presupuesto, hasta cambios constitucionales de gran calado. Los programas de los candidatos EPN, JVM y Quadri, por ejemplo, son suficientes para alcanzar transformaciones fundamentales en el país. Por desgracia nuevamente todo indica que la izquierda mexicana ha decidido automarginarse de este esfuerzo, por los excesos, caprichos, el miedo, la timidez, o la pasividad de muchos de sus aliados. No obstante, el PRD podría sumarse a una de las reformas más importantes. Me refiero a la propuesta de Santiago Levy de crear un sistema universal de protección social en México que incluya un seguro de desempleo, de invalidez y una pensión para todos.Hablando con algunos personajes destacados del sector "moderado" de la corriente lopezobradorista, resulta evidente que no puede haber desacuerdo de la izquierda con el propósito de este proyecto estratégico de ley. Todos sabemos, la izquierda mejor que nadie, que la protección social en México es de los años cincuenta, y se limita al sector formalmente empleado de la sociedad, excluyendo alrededor de la mitad de la población. Esto se ha remediado pero con consecuencias perversas, a través del sistema de parches: Seguro Popular, 70 y más, Embarazo Saludable, pensiones para adultos mayores, etcétera. Sin embargo, a su vez ha aumentado la economía informal (aunque el gobierno de Calderón sostenga lo contrario) y ha hecho imposible elevar la productividad del trabajador condenado a este esquema.El desacuerdo entre lo que han propuesto el PRI y el PAN por un lado y la izquierda por el otro, consiste en los mecanismos de financiamiento de este proyecto tan ambicioso. Levy sabe de esto, habiendo sido borracho y cantinero en el gobierno federal, el asunto no debe costar más de 5 puntos del PIB en términos brutos. Hay quienes sostienen que el costo podría ser por lo menos 50% más. También el autor considera que la única manera de sufragarlo de manera económica, transparente y expedita, es a través de la generalización y aumento del IVA, ya que cualquier otro mecanismo es caro o insuficiente. Obviamente esto no le gusta a la izquierda y como lo señaló Juan Ramón de la Fuente hace unos días en el Club de Industriales, desde esa perspectiva resulta mucho más lógico pagar todo con incrementos en el ISR y en la eliminación de privilegios para los "ricos". Es cierto que la brecha entre financiar todo con el IVA o gravando a los ricos es ancha, pero también es cierto que técnicos especializados de los tres partidos y la burocracia gubernamental hacendaria podrían hacer una mezcla de instrumentos de financiamiento que resultara aceptable para todas las fuerzas políticas. Con un poco de realismo, pragmatismo y voluntad, el país sí podría pasar por delante; le convendría a Peña Nieto, al PAN y a la izquierda con excepción de AMLO. Sin hablar de todos los mexicanos.