La aparente brecha entre las encuestas nacionales y los modelos de composición de la Cámara de Diputados, por un lado, y los sondeos de las mismas empresas en los quince estados y las dieciséis alcaldías de la Ciudad de México, por el otro, encierran varias posibles explicaciones. Ninguna es, en mi opinión, del todo satisfactoria, y por eso quizás convenga adoptar una métrica diferente para evaluar el resultado del próximo domingo.
Ilustración: Víctor Solís
Primero está el voto dividido. Muchos analistas piensan que así como sucedió en el 2000, y en menor medida en 2018, el elector mexicano vota de una manera en una boleta, y de otra manera en otra. En esta ocasión, a nivel estatal, es muy posible que los sufragios se carguen del lado de la oposición y que pueda llevarse un poco más o un poco menos de la mitad de las gubernaturas, aunque en la elección federal Morena obtenga una victoria aplastante. ¿Por qué? Sobre todo debido a la popularidad de López Obrador. Sus candidatos a las gubernaturas son mediocres o impresentables, pero la gente sigue teniéndole confianza a él.
Una segunda explicación consiste en la naturaleza de las encuestas. Una encuesta levantada en Tlaxcala, Nayarit, Campeche o Colima (todas ellas entidades muy pequeñas, bastante urbanas) cuesta poco, es fácil y segura, y puede ser muy certera. Encuestar en 300 distritos, en vivienda, con una muestra significativa en cada distrito, tiene un costo prohibitivo. De allí que las mismas empresas levanten una encuesta nacional, en vivienda, de 1500 entrevistas, con un alto porcentaje de rechazos, y extrapolen o construyan modelos que les permitan llegar a un estimado de la composición de la Cámara. Pero miden un sentimiento nacional, no trescientos sentimientos locales. Las estatales sí miden un sentimiento estatal.
Una tercera explicación yace en la escasa representatividad de los quince estados donde hay elección para gobernador. No están los grandotes: Edomex, CDMX (para Jefatura de Gobierno), Jalisco, Veracruz, Puebla, Chiapas. Se encuentra sobrerrepresentado el norte —Baja Sur y Norte, Sonora, Chihuahua, Nuevo León—. Le puede ir muy bien a la oposición en muchos de estos estados —y en otros como Querétaro e incluso Zacatecas—, pero en el centro y sur-sureste, será otra historia. Y de allí vienen los diputados.
Sin poder afirmar en este momento cuál de estas explicaciones es la correcta, o si existen otras más pertinentes, sugiero detenerse en tres elecciones estatales que pueden ser consideradas emblemáticas. La primera es Sonora, el único estado donde figura en la boleta, por Morena, un integrante del gabinete de López Obrador. Habrá sin duda muchas peculiaridades locales en ese estado fronterizo, pero en el fondo se trata de una contienda entre un político del centro, enviado por la presidencia (o quien le impuso su candidatura a la presidencia: da lo mismo), y un político local, tradicional, con recursos pero sin apoyo presidencial. AMLO hubiera podido nombrar a otros miembros de su gabinete para buscar gubernaturas; no lo hizo. Si gana Durazo, gana AMLO; si pierde Durazo, pierde AMLO.
La segunda es Guerrero. Nadie duda que López Obrador impuso a Félix Salgado y luego a su hija. Es obvio que se trata de un estado donde la izquierda y el narco son poderosos. Ni tampoco se puede negar el carácter icónico de una disputa donde el que realmente se encuentra en la boleta es un violador, popular sin duda, pero desacreditado por todo lo que ha sucedido. No es un referéndum sobre AMLO, pero sí lo es sobre la causa y la lucha de las mujeres. Si gana Evelyn, pierden las mujeres; si pierde, ganan las mujeres.
El tercero es Michoacán, cuna de la izquierda nacionalista revolucionaria, de toda la vida. Sería el único estado donde el PRD de alguna manera repetiría, y uno que a Morena no le gustaría perder, por razones nostálgicas, pero también de conveniencia política-electoral. Si pierde Ramírez Bedolla, pierde la izquierda; si gana Herrera Tello, gana Va por México en una entidad donde en principio no tenía ninguna posibilidad.
Por el huso horario, Sonora informará más tarde (hora de CDMX) sus resultados, aunque el recuento es rápido por el peso de Hermosillo y Obregón. El lector interesado debe concentrarse en su propia elección, pero también en estas tres. Si se inclinan por Morena, será un día de campo para López Obrador. En el caso contrario, sus números en el Congreso pueden sorprendernos.