Las hojas de té de La Jornada

Desde mediados de los años veinte del siglo pasado, cuando se instala la larga noche estalinista en la Unión Soviética, se creó la profesión de “kremlinólogos” en Estados Unidos y en Europa Occidental. La vocación de estos especialistas consistía en leer las hojas de té que salían de la opacidad moscovita y del pequeño “padre de los pueblos” para tratar de entender qué sucedía en la URSS. Se escudriñaban con gran cuidado las fotografías oficiales en los días conmemorativos —quién se encontraba atrás, quién adelante, y quién de plano borrado— así como los pronunciamientos sibilinos del propio Stalin y de los órganos oficiales del gobierno socialista. Asimismo, a partir de principios de los años sesenta en Cuba, una importante cantidad de personas dedicadas a tratar de entender lo que sucedía en la isla revisaban no solamente los eternos discursos de Fidel, sino también las primeras planas del Granma, el periódico oficial del régimen.

No hemos llegado, desde luego, a esos extremos en México, pero sí es posible entender mucho de lo que sucede en el gobierno de López Obrador, y dentro de Morena, hojeando de vez en cuando, pero con cierto cuidado, las páginas —sobre todo la primera plana— y fotos del órgano oficial de la 4T, es decir, el equivalente de Pravda o de GranmaLa Jornada. Sobre todo en estos momentos en que vuelve por sus fueros el “tapadismo” mexicano, por lo menos en el sentido de que el candidato a la presidencia de Morena será escogido(a) por López Obrador. Cada uno de sus pronunciamientos, o los de sus acólitos, sirven para saber quién va adelante y quién va a atrás, se pueden obtener informaciones, pitazos, insinuaciones o advertencias en la primera plana del periódico que dirige Carmen Lira, amiga desde hace muchísimos años de López Obrador.

Ilustración: Víctor Solís
Ilustración: Víctor Solís

Hay dos primeras planas en días recientes que son de especial interés. La primera, el jueves pasado, se refirió a la visita del presidente Biden y del primer ministro Trudeau a México. Junto con una foto de los dos visitantes y del presidente mexicano, La Jornada proclama en primera plana: “Solo compromisos vagos, resultado de la cumbre trilateral”. Se trata de una clara crítica, explícita y directa, al trabajo del secretario de Relaciones Exteriores, el principal rival de Claudia Sheinbaum para la candidatura de Morena. No hace falta leer más para entender que La Jornada claramente se ubica en contra de la postulación de Ebrard y a favor de la de Sheinbaum, o quizás, en un último caso, de la del secretario de Gobernación. Es hasta cierto punto inverosímil que un órgano oficial tome partido de una forma tan clara y abierta. Ebrard queda advertido, como si no lo supiera ya.

La segunda portada del periódico se presenta el viernes, es decir, al día siguiente, con una foto de una puerta del metro grafiteada y detrás de los vidrios un guardia nacional y un(a) policía del metro, y afirma: “Sabotaje en el metro”. No hay puntos de interrogación, no hay puntos suspensivos, no hay escepticismo. Se trata de una afirmación directa. Desde luego, se puede perfectamente creer que hay sabotaje en el metro y que los probables culpables son los “conservadores”, “reaccionarios”, “la derecha”, “los golpistas”, etcétera. Pero, si juntamos las dos portadas, podemos dar un salto ciertamente temerario, pero no por ello necesariamente equivocado.

El sindicato del metro, dirigido por Fernando Espino desde hace una eternidad, ha tejido relaciones políticas cercanas con muchas figuras en México desde hace largos años. Entre ellas, desde luego, con quien fuera regente de la ciudad entre 1988 y 1994 —Manuel Camacho— y entre 2006 y 2012 —Marcelo Ebrard—. No falta mucho para que el enfrentamiento verbal entre el sindicato y las autoridades capitalinas de hoy pase a otra etapa. Y no sería descabellado, conociendo los vínculos del sindicato y la carrera política del canciller y de su antiguo mentor, para creer que La Jornada no sólo considera que la visita de Biden y Trudeau fue un fracaso, sino que también cree que el innegable —según el diario— sabotaje en el metro es responsabilidad no de la derecha complotista, sino de las huestes del principal rival de Claudia Sheinbaum. A seguir con cuidado.

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