Las marchas que siguen

Ya casi todo se ha dicho sobre la marcha del ardor. Me quedo con la gran cantidad de gente que fue por convicción, y con o sin “apoyos” (gran eufemismo mexicano, seguramente un concepto fundacional del humanismo mexicano); con el Zócalo que no pudieron llenar los ya consuetudinariamente ineptos operadores de la 4T; y con la enorme ilegalidad del uso de recursos públicos para financiar la publicidad, el transporte y la alimentación de una parte considerable de los participantes.

Postergar el panel del T-Mec: victoria pírrica de la 4T

Conversando con un amigo norteamericano en Nueva York estos días, se me ocurrió una hipótesis relativa a las consultas sobre el T-MEC entre México, Estados Unidos y Canadá, que seguramente quienes conocen mejor el tema ya han considerado.

El oso del BID

Ya hasta en la Secretaría de Hacienda se arden cuando les salen mal las cosas, pero obviamente no se preguntan por qué salen mal. El comunicado de ayer de la SHCP sobre la derrota aplastante de su candidato a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo es casi igual a la reacción de López Obrador ante la marcha del 13 de noviembre: ardidos, resentidos, vengativos.

La marcha y el PRI

Existen muchos motivos para festejar la marcha de ayer, y la mayoría ya han sido expuestos por sus participantes y otros comentaristas. Desde la distancia, y por lo tanto reducido a ser un frío y cínico espectador, quisiera concentrarme en un aspecto, que no es necesariamente el más emotivo, pero quizás el de mayor impacto duradero.