Las falsas vacunas de la 4T

Con sus contradicciones de siempre, el gobierno ha insistido, en anuncios y tweets, que ya adquirió, de una manera o de otra, una gran cantidad de vacunas contra el covid-19. Muy pronto, en cuanto se dé la aprobación de las instancias sanitarias de Estados Unidos y de Europa, en México dispondremos de un amplio volumen de vacunas, a precios razonables en cuanto al impacto sobre el erario, y gratuitas para la población.

Se pelean López-Gatell y el secretario de Relaciones (nadie entiende qué vela tiene en este entierro) sobre la aprobación por la Cofepris y las dificultades de la distribución de una u otra vacuna, pero convienen en que todo esta listo para proteger a 130 millones de mexicanos dentro de muy poco tiempo. No se entiende muy bien por qué piensan que todo esto es inminente.

En Estados Unidos Pfizer y Moderna aún deben recorrer varias etapas de aprobación final por la FDA; nadie cree que se puedan colocar vacunas (pasar de vaccine a vaccination) antes de la última quincena de diciembre, y eso solo para los trabajadores del sector salud. Los demás esperarán hasta enero, en el mejor de los casos.

Ilustración: Patricio Betteo

En cuanto a AstraZeneca —la vacuna que en teoría se fabricaría en México una vez que fuera aprobada en Inglaterra— ha enfrentado varias controversias en los últimos días. La distintas dosis han arrojado resultados diferentes, y sus pruebas en Brasil por ejemplo, han generado sospechas de opacidad y manipulación. Las vacunas chinas y rusas, por otro lado, pueden resultar muy eficaces y seguras, pero el proceso de prueba y aprobación puede también dejar algo que desear. Por lo tanto, no resulta fácil comprender el optimismo oficial ante un proceso al que aún le cuelga.

Más aún cuando nos enteramos de un estudio realizado por el World Economic Forum de Davos. El análisis recopila datos de los tres fabricantes ya mencionados, y establece un ranking de países según la cobertura de vacunas ya pedidas o compradas. En lo tocante a la suma de las tres empresas, en primer lugar aparece Canadá, con vacunas ya adquiridas para el 127 % de su población. En seguida vienen Japón, Reino Unido y Estados Unidos, todos con una cobertura de más del 100 %. Siguen la Unión Europea (27 países), Chile, Costa Rica, Suiza, Argentina, Brasil, Ecuador, Indonesia, India, Perú, Nueva Zelanda y Egipto, con una cobertura de apenas 15 % de su población.

La clasificación es más o menos la misma si se realiza vacuna por vacuna, y por dosis preadquiridas, salvo que los países latinoamericanos que figuran en la tabla descienden de lugar,  junto con Canadá. Los países más poblados, lógicamente, han solicitado más dosis; los menos poblados, menos.

Lo extraño es que México no aparece en ninguna de las clasificaciones. Esto puede deberse a que no accedimos ni siquiera a la cobertura de Egipto, o a que el gobierno de López Obrador no proporciona la información públicamente, o a que las vacunas adquiridas por México no son ninguna de las tres “grandes”. También sería factible un error del WEF, o un factor ya mencionado por López Obrador a propósito de otro ranking, el de Bloomberg de los mejores y peores países donde pasar la pandemia. Como ya se ha comentado ampliamente, llegamos en el lugar 53 de 53 países, pero López Obrador sugirió que eso se debía a una voluntad de dañar a México, y que igual no importa porque en México nadie se entera.

Pero a menos de que exista alguna explicación alternativa —procedente del mundo alternativo donde radica nuestro presidente rey del lugar común— no tenemos vacunas ni siquiera para el 3 % de la población. No parece justificarse tanto optimismo.

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