Después de mucho especular sobre Citibanamex, aprovecho las designaciones de nuevos embajadores y la publicación de nuevos datos del Inegi sobre el crecimiento económico de 2021 para compartir unas reflexiones data-driven, ya menos especulativas.
Ilustración: Víctor Solís
Es una vergüenza para las mujeres del Servicio Exterior Mexicano y de la 4T verse obligadas a apoyar o hacerse de la vista gorda ante el nombramiento de un acosador acusado como embajador en Panamá. Pero es importante destacar la tendencia que ya se ha dibujado en este sexenio en materia de designaciones políticas en la Cancillería. Nunca he sido un defensor a ultranza del SEM ni de los embajadores de carrera, y sé, por experiencia propia, por la de mi padre y por la de mi hermano, que las cosas en la Secretaría de Relaciones son más complicadas de lo que el simplismo de la comentocracia a veces sugiere. En ningún país del mundo sólo funcionarios de carrera ocupan los cargos de embajador y cónsul. Posee una lógica irrefutable la prerrogativa presidencial de designar aliados, adversarios, intelectuales, artistas, empresarios o políticos en la banca a puestos diplomáticos. Muchos aplauden hoy el desempeño del embajador Ken Salazar de Estados Unidos: no es de carrera, por ejemplo. El problema con Salmerón no es no ser del Servicio; el problema son las múltiples acusaciones en su contra, en un entorno donde la presunción de inocencia debe ser sustituida por la máxima romana: la esposa de César debe estar por encima de toda sospecha.
En la mayoría de los países importantes, más o menos las dos terceras partes de los embajadores y cónsules en adscripciones suelen ser del servicio exterior, y un tercio de estas tiende a entregarse a nombramientos políticos. En México esa ha sido la repartición desde hace muchos sexenios, con cancilleres del Servicio o no. Pero López Obrador sí se ha despachado con la cuchara grande. Según cálculos a ojo de buen cubero de exdiplomáticos de la SRE, la proporción actual es de 50 %, muy por debajo de la tradición. Pero esto no es lo esencial.
Para ser precisos, esta es la lista de embajadas y consulados de primer nivel hoy ocupados por o asignados a personas ajenas al SEM: Washington, Naciones Unidas, Consulado en Nueva York, Londres, París, Madrid, Alemania, Bruselas (Bélgica y Unión Europea), Japón, Beijing, Brasil, Argentina y Cuba. Huelga decir que algunos de estos representantes hacen bien su labor, y otros no. Algunos tienen experiencia en la Secretaría, y otros no. Pero las únicas embajadas importantes en manos del SEM son Canadá, Italia y Chile; el lector juzgará si estos tres países son equivalentes en relevancia a las sedes anteriormente mencionadas.
Aún hay más. Si bien es evidente que la gran mayoría de las designaciones políticas citadas son de López Obrador, el titular de la SRE ha seguido el mismo esquema con las direcciones generales aquí en México: poca gente del Servicio. De las 24 Direcciones Generales que en principio contiene la Cancillería, entiendo que sólo seis las ocupan funcionarios de carrera. Las más importantes —América del Norte, Organismos, América Latina, Europa, Derechos Humanos, por ejemplo— están en manos de amigos del secretario. En suma, una cosa es mamar, y otra es llevarse la vaca.
En cuanto a las cifras económicas, si tomamos las nuevas estimaciones para 2021 y 2022, en el caso de México, y datos de la Cepal para América Latina, el peor desempeño económico de la región en estos tres años habrá sido el de México. Todos los principales países —Argentina, Brasil, Chile, Colombia, y Perú— habrán recuperado en 2021 lo perdido en 2020, y este año será de crecimiento adicional, por encima de los niveles de 2019. México no.
Argentina, el menos exitoso, perdió 9.9 % en 2020, recuperó 9.8 % en 2021, y crecerá 2.2 % este año. Chile cayó 5.8 % en 2020, recuperó 11.8 % en 2021, y crecerá 1.9 % en 2022. Hasta Brasil, con todo y sus infinitos problemas, salió bien librado de panzazo. Para recordar nuestros datos: México decreció 8.3 % en 2020. En el mejor de los casos recuperamos 5 % el año pasado, y apenas creceremos 2 % este año. Por cierto, a quienes no les guste la comparación con América Latina, Estados Unidos decreció 3.4 % en 2020, recuperó 5.9 % en 2021, y crecerá otros cinco puntos este año.
Este pésimo resultado de la 4T se debe a un solo factor: no tuvimos ninguna política contracíclica estos años, porque López Obrador no quiso gastar. Por cierto, nuestras cifras de inflación son iguales o peores que las de los países citados.